La página de Facebook de Lebanon Eco Movement (LEM) “STOP Hunting Crimes in Lebanon” me ha impresionado y horrorizado. En ella se denuncia la masacre sistemática de aves en el Líbano, donde miles de cazadores sin escrúpulos matan ilegalmente millones de pájaros cada año. Aunque la caza está totalmente prohibida en este país desde 1994, las autoridades no hacen cumplir la legislación y esta actividad se practica durante todo el año impunemente (incluyendo la época de cría y los pasos migratorios), utilizando todo tipo de trampas, armas y métodos ilegales (redes, ligas, cepos, reclamos vivos, reclamos sonoros, armas repetidoras, caza nocturna con focos, etc.).
Líbano es un país estratégico para las aves y su territorio es atravesado por las rutas migratorias de especies que nidifican principalmente en este de Europa, países bálticos y Rusia en sus desplazamientos hacia África. Las rutas migratorias que discurren entre el Estrecho del Bósforo y el Mar Caspio convergen en una estrecha franja que discurre paralela a la costa del mar Mediterráneo, propiciando que los cazadores puedan aprovechar las concentraciones de miles de aves durante gran parte del año, especialmente en los pasos migratorios postnupcial (de julio a octubre) y prenupcial (de febrero a abril).
Rutas migratorias de las aves convergentes en Líbano
Diferentes rutas migratorias en otoño y primavera a través de Líbano
Curiosamente, las redes sociales han desempeñado un papel determinante para poner en evidencia este problema y han sido utilizadas como un novedoso recurso para valorar cuantitativamente la importancia de la caza ilegal en Líbano. La costumbre de los cazadores de exhibir sus hazañas cinegéticas a través de Facebook (especialmente extendida entre los más jóvenes), ha permitido obtener datos de referencia sobre la gravedad de esta práctica ilegal. Así, los miembros del Lebanon Eco Movement (LEM) llevaron a cabo entre enero de 2011 y marzo de 2013 una laboriosa búsqueda de imágenes en más de 400 perfiles de Facebook de cazadores libaneses, seleccionando un total de 589 fotos en las que era posible identificar y contar las especies que aparecían en ellas (otras muchas fueron desechadas por tratarse de auténticos montones de pájaros muertos en los que resultaba imposible determinar las especies).
Estas imágenes permitieron contabilizar 13.164 aves abatidas por los cazadores (con una media de 22 aves por imagen), pertenecientes a 143 especies diferentes. Sirvan como ejemplo de esta barbarie las siguientes cifras: 15 cigüeñas negras, 83 cigüeñas blancas, 3 avetoros, 15 martinetes, 16 alcotanes, 30 pelícanos, 186 halcones abejeros, 11 águilas culebreras, 61 gavilanes, 13 gavilanes griegos, 7 águilas pomarinas, 21 cernícalos vulgares, 35 alcaudones dorsirrojos, 126 abejarucos, 247 oropéndolas, 765 golondrinas, 1287 alondras, 294 collalbas grises, 367 lavanderas boyeras, 202 bisbitas campestres, 215 escribanos hortelanos, 4013 pinzones vulgares, ……….
Los 400 perfiles de Facebook rastreados representan una mínima parte de los cazadores de Líbano y están sesgados hacia los más jóvenes, pero gracias a su exhibicionismo ha sido posible conocer con mayor objetividad la magnitud de esta masacre. Se estima que los más de 600.000 cazadores libaneses pueden llegar a matar entre 10 y 20 millones de aves cada año, una cifra realmente aterradora que compromete la conservación de algunas especies estrictamente protegidas.
Es realmente sorprendente el
afán de los cazadores por fotografiarse orgullosos con sus capturas,
siendo una prueba más de que son conscientes de la ilegalidad que están
cometiendo.
Uno de los hechos más preocupantes es que se trata de una afición con un gran arraigo social y que se transmite culturalmente de padres a hijos, siendo frecuente encontrar imágenes de jóvenes y menores de edad practicando la caza ilegal. Por tanto, resulta obvio deducir que seguirá siendo un grave problema en las próximas décadas si no se adoptan las medidas oportunas.
Y también es necesario reflexionar sobre la necesidad de replantear las estrategias de conservación actuales para muchas especies de aves amenazadas, en las que se invierten grandes presupuestos y se extreman al máximo las medidas en las áreas de reproducción, mientras que son esquilmadas sin ningún tipo de control en sus rutas migratorias (sobran ejemplos de las masacres que se llevan a cabo en la mayor parte de los países que bordean el mediterráneo, destacando Malta, Chipre, Grecia, Italia, Argelia, Egipto y, como hemos visto, también en Líbano).
Las imágenes hablan por sí solas y pueden llegar a herir nuestra sensibilidad. Algunas de ellas son especialmente crueles, mostrado aves degolladas, crucificadas, amontonadas o expuestas meticulosamente para que se aprecie la magnitud de sus fechorías cinegéticas. Otras forman palabras con sus cadáveres, o dibujan macabros corazones, o las ridiculizan después de muertas…., en definitiva: una galería de los horrores.
La dramática situación de la caza ilegal de aves en el Líbano demuestra que la prohibición de la caza no es la solución del problema. Hace falta mucho más. Por un lado es necesario que las autoridades políticas se esfuercen en que la población cumpla las normas existentes y, paralelamente, avanzar en una regulación de la caza similar a la existente en la mayoría de los países (estableciendo las especies cinegéticas, los períodos hábiles, la obligatoriedad de disponer de licencia y de permiso de armas, etc.) y asumir los compromisos internacionales de conservación de la biodiversidad. También es necesario promover un cambio de mentalidad y de actitud en las personas que actualmente practican estas sangrientas matanzas, algo que requerirá un grandioso esfuerzo de educación y sensibilización a todos los niveles. La implicación de la comunidad internacional, especialmente de la Unión Europa, será imprescindible para lograrlo.
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