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La denominación en latín del género del Martín Pescador (Alcedo) tiene su origen en un personaje de la mitología griega llamado Alcyone, la Diosa de las Tormentas, cuya vida estuvo fatalmente marcada por la muerte de su marido. Los Dioses, compadeciéndose de su dolor, decidieron convertir a Alcyone en un Martín pescador. Mientras intentaba reconstruir la historia de Alcyone he descubierto con asombro que existen varias versiones de los hechos, algunas curiosamente contradictorias. Las leyendas mitológicas tienen ese especial encanto de no poder saber si son realmente ciertas (¿alguien lo duda?), así que la versión que me parece más “creíble” es la que os cuento a continuación.
Alcyone (también llamada Alción o Halcyon) era hija de Eolo, el Dios de los Vientos y estaba casada con Ceix, Rey de Trachis (Thessaly, en la Grecia actual). Ceix, necesitado de realizar una consulta al Oráculo de Apolo tuvo que viajar a Delfos navegando con su barco a través del mar Mediterráneo, ya que en aquellos tiempos eran muy frecuentes los ataques de los bandidos y no era aconsejable realizar el viaje por tierra. Alcyone, asustada por los malos presagios que había tenido sobre el viaje de su marido, intentó convencerle por todos los medios que desistiera de hacerlo o que al menos le permitiese ir en su compañía. Ceis no accedió a las súplicas de Alcyone y emprendió el viaje en solitario. Al poco de partir, una inesperada y brutal tormenta hizo naufragar su barco y murió ahogado, confirmándose así los temores de Alcyone.
Morfeo se encargó de comunicarle a Alcyone el trágico final de su marido haciéndole ver en sus sueños la tragedia ocurrida y, al despertar, corrió desesperada a la costa en busca de Ceis, al que encontró muerto entre los restos del naufragio. Apesadumbrada por la pérdida de su amado, decidió suicidarse arrojándose a las aguas del mar. Este gesto de amor desmedido y desgarrador logró conmover a los Dioses, que se apiadaron del infortunio de los amantes. Fue entonces cuando decidieron convertir a Alcyone y a Ceis en una pareja de Martines pescadores, regresando de nuevo al mundo de los vivos convertidos en aves de gran belleza.
Pero los Dioses arreglaron el problema a medias: al contrario que las demás aves, Alcyone debía incubar sus huevos en invierno, en un nido construido en la orilla de la playa, muy cerca del lugar donde encontró a Ceis. Las tormentas y tempestades del invierno asolaban las playas con sus grandes olas y provocaban que cada año perdiese sus huevos o sus pollos. Abatida por tanto infortunio, volvió a suplicar ayuda a los Dioses para poder criar felizmente a su descendencia. Zeus se compadeció de Alcyone y decidió concederle 14 días de calma en pleno invierno, que serían suficientes para poder incubar sus huevos con tranquilidad.
Desde entonces se conocen como “los días de Alcyone” a los siete días previos y posteriores al solsticio de invierno (el 21 de diciembre), en los que el viento y los mares permanecen en completa calma. Aunque es una expresión poco utilizada coloquialmente, se suele citar para hacer referencia a la llegada de un período de paz y felicidad, y pese a que en su origen no tenía relación alguna, actualmente los días de Alcyone coinciden con la celebración de la Navidad.
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