Recientemente he tenido el placer de conocer a un curioso personaje histórico, el Capitán Paul Boyton. Me llamó poderosamente la atención una diminuta imagen suya que ilustraba una publicación sobre el Parque Nacional de Monfragüe ("La Humanidad de un Parque Natural", editado por la Consejería de Agricultura y Medio Mabiente. Junta de Extremadura), donde aparecía vestido con una extraña indumentaria y, a primera vista, me recordó a un esquimal o a un cazador de focas….cuya posible relación con Extremadura me costaba entender. El texto que acompañaba a la imagen únicamente decía “El capitán inglés Paul Boyton intentó navegar por el Tajo para demostrar la estanqueidad de su traje impermeable. Logró salvar los rápidos de Monfragüe en enero de 1878” , pero estas líneas fueron suficientes para despertar mi interés y conocer algo más sobre este aventurero.
"La Humanidad de un Parque Natural". Editado por Consejería de Agricultura y Medio Ambiente. Junta de Extremadura. En la imagen inferior aparece una ilustración del Capitán Boyton (sobre el retrato de Carlos III), mi primer encuentro con este personaje.
Durante las últimas semanas he recopilado con avidez toda la información que me ha sido posible sobre el Capitán Paul Boyton, disfrutando enormemente cada vez que descubría algo nuevo sobre sus aventuras y sus viajes, ya fuesen textos, recortes de prensa de la época o imágenes. Si duda, ha sido especialmente emocionante conocer los detalles de su paso por Extremadura en 1878, mientras realizaba el descenso por río Tajo desde Toledo hasta Lisboa, imaginando cómo fue el río que conoció Boyton hace 130 años, sin que sus aguas estuviesen remansadas por los grandes embalses, con su cauce natural intacto y con una vegetación que entonces debió ser aún más exuberante.
A continuación, toda la historia.
Una vida llena de emociones
Antes de todo, merece la pena conocer algunos detalles de su biografía que nos revelan aspectos muy interesantes de su intensa vida. Paul Boyton (1848-1924) nació en el condado de Kildare (Irlanda), pero siendo muy joven emigró a Estados Unidos, donde su familia se estableció para regentar un negocio de importación de corales, conchas y productos orientales en Allegheny (Pensilvania). En 1864, con 16 años, se alistó en la Marina durante la Guerra Civil Americana (Guerra de Secesión), siendo asignado a un barco de guerra de vapor de los Confederados (el USS Hydrangea) que operó principalmente en James River, un caudaloso río que desemboca en la bahía de Portsmouth.
Superior: El “USS Hidrangea” en el que se embarcó Boyton era similar a este barco de vapor de guerra. Inferior: escena de una batalla en el río Mississippi durante la Guerra de Secesión
Muy temprano comenzó a interesarse por el submarinismo y se embarcó en una goleta con destino a las Indias Occidentales en busca de tesoros, aunque en realidad se dedicó principalmente a recolectar especies marinas para la exportación (conchas, caracolas, perlas, etc.), posiblemente en relación con el negocio de su familia. Naufragó en el golfo de Méjico en uno de estos viajes. No sé si fue a consecuencia del naufragio o por su espíritu aventurero, con 18 años se unió a los revolucionarios mejicanos al lado del Comandante Pedro Martínez, luchando contra
Maximiliano de Austria (Emperador de Méjico, también con una curiosa historia que merecería ser contada....), pero desertó y volvió a Estados Unidos. Durante su estancia en Méjico también se dedicó al tráfico de armas, posiblemente con destino al ejército revolucionario.
Se trasladó a Filadelfia para atender el negocio familiar, pero en 1869 lo perdió todo tras incendiarse su casa. Fue entonces cuando decidió embarcarse con rumbo a Europa y se alistó como voluntario en el cuerpo de francotiradores de la Armada Francesa, participando activamente en varias batallas durante la Guerra Franco-Prusiana. Al terminar la contienda decidió probar fortuna para dedicarse a buscar diamantes en Sudáfrica, pero el no tuvo mucho éxito en esta empresa. Cuando regreso de nuevo a Estados Unidos colaboró en la organización del Servicio de Salvamento, precursor del actual Servicio de Guardacostas de Estados Unidos, y fue allí donde obtuvo el rango de Capitán. Durante su permanencia en el
Servicio de Salvamento Marítimo de Nueva Jersey llegó a rescatar a más de 70 personas.
Boyton en 1870 mostrando las medallas logradas durante la Guerra Franco-Prusiana
Fue en esta época cuando comenzó a convertirse en un personaje famoso por utilizar un “mágico” traje de caucho impermeable que le permitía flotar y desplazarse sobre el agua. El traje fue inventado por C. S. Merriman en 1872 y consistía en dos piezas de caucho que incluían unos ingeniosos compartimentos que podían inflarse a voluntad (más adelante describiré en detalle este traje y su peculiar técnica de navegación).
El Capitán Paul Boyton vistiendo el traje de caucho
Entre sus viajes y aventuras enfundado en su traje se pueden destacar hazañas como el descenso grandes ríos americanos (Mississippi, Allegheny, Ohío, Connecticut, Missouri, Yelowstone, Arkansas, Sacramento, Hudson) y europeos (Rin, Danubio, Po, Ródano, Tíber, Loira, Tajo), pero también cruzó grandes tramos de mar (Canal de La Mancha, Estrecho de Mesina, Estrecho de Gibraltar, Bahía de Nápoles) y grandes lagos (como el lago Trasimene, en Italia o el lago Michigan en EEUU). Boyton llegó a recorrer con su traje de caucho más de 40.200 km por ríos, mares y lagos de medio mundo, ¡toda una proeza!
Lamina ilustrando el paso del capitán Boyton por el Puente de Vecchio en Florencia, en su travesía descendiendo el río Arno
Entre viaje y viaje se dedicaba a hacer giras con un pequeño circo de atracciones acuáticas, siendo él la principal estrella, exhibiendo las posibilidades de su traje de caucho.
No obstante, su espíritu aventurero le obligó a ir en busca de emociones más fuertes y en 1885 fue contratado como mercenario por el gobierno de Perú para destruir los barcos de guerra de Chile, durante el conflicto bélico que mantenían ambos países y Bolivia (Guerra del Pacífico). Acordaron pagarle 100.000$ por hundir el primer barco (Huéscar), 125.000$ por el segundo (Encalado blanco) y 150.000$ por el tercero (Almirante Corcorán). En una emocionante trama, con intrigas y espías incluidos, utilizó su traje de caucho para acercarse por la noche a los barcos e instalar en su línea de flotación un torpedo con dinamita. En agradecimiento por sus servicios, también fue nombrado Capitán por la Armada de Perú.
El Capitán Boyton colocando un torpedo en un barco. Él mismo construía los torpedos rellenando con dinamita unas bolsas de caucho
No fue hasta 1895, con 46 años, cuando “sentó la cabeza” y decidió montar un parque de atracciones en Coney Island, en Brooklyn (New York), la que sería su última aventura. De ello también hablaremos más adelante.
Parque de Atracciones “Sea Lion Park” en Coney Island, creado por Boyton
Como no podía ser de otro modo, alguien tan intrépido también habría de serlo en el amor y Boyton se enamoró perdidamente de Elise Sauteyron, a quién conoció en su viaje a Francia en 1878 y con quien mantuvo una intensa correspondencia.
Todas las cartas, 17 en total, se conservan en la actualidad y en ellas Boyon, con el corazón en la mano, desvela interesantes aspectos de su vida que lógicamente no figuran en otras publicaciones. Esta aventura amorosa, sin embargo, no finalizó con tanto éxito como las demás y ambos rompieron su relación en 1894.
Una de las cartas manuscritas que Paul Boyton dirigió a su amada, Elise Sauteyron. Estas cartas han sido recopiladas por Michel López (2006)
Aunque prefiero no interpretar ni las fechas ni el contenido la carta de despedida que Boyton escribió a Elise Sauteyron (en la que le decía, entre otras cosas, su amor era imposible porque estaba esperando un hijo con otra mujer), Boyton se casó en 1884 con Maggie Conley, con quien tuvo tres hijos. Michel López también ha reconstruido su
árbol genealógico.
El Merriman: un traje de caucho vulcanizado
El traje utilizado por Boyton se denominaba popularmente “Merriman”, en honor a su inventor, Clark S. Merriman, que patentó dos versiones: una en 1869 (más perecida a un traje de buzo y seguramente poco manejable) y otra definitiva en 1872, con numerosas mejoras y más adaptado para abordar grandes travesías.
Modelo patentado por Merriman en 1869
Modelo patentado por Merriman en 1872, con numerosas mejoras
En ambas, el material utilizado era el caucho vulcanizado. En su época fue considerado una gran invención, ya que el uso del caucho no estaba tan extendido ni tenía tantas aplicaciones como ahora. De hecho, la vulcanización, proceso por el cual el caucho se convierte en un material duro e impermeable añadiéndole azufre en presencia de calor, fue descubierto en 1830 por Charles Goodyear y patentado en 1843. La vulcanización, además de conferirle impermeabilidad al traje, convertía al caucho en un perfecto aislante térmico. Gracias a ello, el “Merriman” protegía a Boyton del frío, lo que le permitió acometer muchas de sus travesías en pleno invierno y adentrarse en aguas heladas.
En la revista "La Ilustración Española y Americana" se publicaron varias noticias durante la estancia del Capitán Boyton en España, incluyendo una de las ilustraciones más conocidos en el que aparece equipado con su traje y todos los accesorios
El traje constaba de dos piezas de caucho vulcanizado (chaqueta y pantalones), con un cinturón de acero alrededor y unas botas altas. En cada pierna, en el pecho y en la parte posterior de la cabeza contaba con unas cámaras inflables que podían ser hinchadas soplando a través de un tubo. La cabeza quedaba encerrada dentro de una capucha donde el agua no penetraba gracias a la presión que ejercía la cámara de aire.
En definitiva, las piezas de caucho aseguraban la impermeabilidad absoluta del traje (al llegar a tierra presumía ante su público por mantener completamente seca su ropa interior) y la estratégica disposición de las cámaras de aire, cuyo volumen podía regularse a voluntad, permitían un flotabilidad perfecta. Una vez en el agua, Boyton se situaba boca arriba, en posición horizontal, inflando las cámaras hasta quedar perfectamente equilibrado. Para navegar con agilidad llevaba consigo un remo de doble pala con el que dirigir su rumbo y desplazarse con una notable velocidad, asemejándose mucho a la manera de manejar un kayak.
Imágenes del Capitán Boyton con el traje Merriman
Modificando la presión del aire incluso podía mantenerse en posición vertical sobre al agua, quedado hundido hasta el pecho, permitiéndole permanecer en una postura más cómoda, muy útil para ubicarse en la ruta, comer, consultar mapas o descansar.
Boyton durante una exhibición, flotando en posición vertical y pescando
Además tenía la posibilidad de colocar una pequeña vela para desplazarse sin esfuerzo aprovechando el viento. Mediante un ingenioso diseño, insertaba un pequeño mástil en una ranura situada en la suela de una de sus botas y desplegaba una vela en cuyo extremo tenía una jarcia o cabo para mantenerla tensa y ganar empuje. Esta vela creo que fue una mejora que introdujo Boyton, ya que no figura en la descripción de ninguna de las dos patentes de Clark S. Merriman.
El equipo se completaba con una útil corneta que hacía sonar para llamar la atención y poder ser localizado, instrumento que le permitió salir de apuros en más de una ocasión. Los víveres y otros utensilios (brújula, cuchillo, linterna, etc..) los transportaba en una bolsa de caucho unida al cuerpo por unas correas.
En algunos tramos de sus travesías contaba con una embarcación de apoyo, aunque en la mayoría de los casos no era posible por tratarse de ríos no navegables. A veces llevaba tras de sí una diminuta embarcación donde transportaba su equipaje, a la que llamaba cariñosamente “Baby Mine”.
Cuando navegaba en aguas con tiburones, colocaba en los extremos del remo unas cuchillas para poder defenderse en caso de necesidad (por ejemplo, los uso cuando cruzó el estrecho de Gibraltar).
En muchas imágenes aparece sosteniendo un paraguas en una de sus manos, que empleaba para protegerse del sol, puesto que su cara era la única parte de su cuerpo que no estaba cubierta por el traje y siempre estaba expuesta al navegar en posición horizontal. En algunos casos el Capitán Boyton lo utilizaba para dar un toque de humor a sus travesías….ya que no deja de ser paradójico que un hombre capaz de pasar horas flotando sobre el agua y arrastrado por turbulentas corrientes, se preocupase lo más mínimo por mojarse la cara.
Dos ilustraciones en las que aparece con el paraguas y además con la bandera de EEUU colocada en el lugar donde se instala el mástil de la vela
En muchas ocasiones también aparecía fumando un enorme puro mientras navegaba sobre las olas, escena muy frecuentemente en las ilustraciones que he encontrado. Vicios aparte, mantener seco y encendido su puro era una manera más de demostrar su superioridad sobre el agua, a la vez que transmitía la sensación de que todo lo hacía sin esfuerzo, mientras fumaba tranquilamente.
Boyton sobre las olas, llevando en una mano la corneta y en la otra el puro
Aunque resulte obvio decirlo, Boyton debió ser un gran atleta. Cada aventura requería un enorme esfuerzo físico, cubriendo grandes distancias en cada jornada, remando en ocasiones día y noche, luchando contra tempestades, mares embravecidos y ríos con torrentes, cascadas y rápidos llenos de peligros. Además de su fortaleza física, se necesitaba una gran valentía para acometer tales hazañas en solitario.
En su segundo viaje a Europa, en el barco que le llevaba de Nueva York a Baltimore (Irlanda), quiso estrenar por primera vez el traje “Merriman”. Cuando se encontraba a más de 400 km de la costa intentó lanzarse al agua en plena travesía para llegar por sus propios medios a tierra, pero el Capitán del barco no se lo permitió, ya que no quería asumir la responsabilidad de que su intrépido pasajero muriese ahogado intentando semejante excentricidad.
Escenas de Boyton navegando en el mar
Finalmente Boyton consiguió convencer al Capitán y fue autorizado a abandonar el barco cuando se encontraban a 32 km de la costa. Pese a que durante la noche le sorprendió una gran tempestad que le alejó de su destino, logró llegar con éxito a la costa 7 horas y media después. Así comenzó la leyenda del “hombre rana”, “hombre bote” u “hombre flotante”, apodos con los empezó a ser conocido allí por donde iba pasando.
Dada su vocación por el salvamento marítimo, hizo innumerables demostraciones de las utilidades del traje para su posible utilización en caso de naufragio, convencido de que podría salvar muchas vidas. Gracias a su perseverancia logró promover que se redactase un proyecto de ley del Senado de EEUU para que las embarcaciones incluyesen obligatoriamente trajes de caucho inflables entre sus medidas seguridad, estableciendo la norma que deberían llevar un mínimo de 7 trajes los barcos de vapor y entre 1 y 5 los de vela, dependiendo de su tonelaje. No he averiguado si finalmente fue aprobada esta ley. El Presidente de los EEUU,
Rutherford Birchard Hayes, recibió a Boyton con todos los honores en el Congreso y elogió sus audaces actos para promover el interés público en favor del salvamento de vidas en la navegación.
Rutherford Birchard Hayes, décimo noveno Presidente de los Estados Unidos (1877-1881) y un gran admirador de Boyton (imagen tomada de Wikipedia)
Con el mismo énfasis, puso de manifiesto su utilidad para intervenciones militares en las que se requería llegar hasta sin ser visto hasta objetivos situados en el agua. Llegó incluso a hacer simulacros colocando torpedos falsos en barcos de guerra para demostrar su vulnerabilidad, ocasionándole su vehemencia algún disgusto con las autoridades militares.
Salvavidas patentado por el Capitán Stoner, muy parecido al de Merriman
Adaptación del Merriman para su utilización como salvavidas por la Royal Air Force
Adaptación moderna del traje Merriman
Una anécdota curiosa de la que se hizo eco “The New York Times” fue un concurso disputado el 18 de agosto de 1880 entre Boyton y George Fearn, un famoso campeón de natación inglés. Ambos se retaron para ver quien conseguía cubrir una distancia 12,5 millas en menos tiempo, de tal modo que Boyton lo haría con su traje y su remo y Fearn a nado, pero concediéndole una ventaja a su contrincante de 2 millas. Boyton resultó vencedor, embolsándose un premio de 2000$. Tres días después le concedió la revancha a Fearn, que ganó en esta ocasión pero después de acordar que Boyton sólo dispusiese de una ventaja de media milla.
El descenso del Tajo desde Toledo a Lisboa
Después de haber cruzado el Canal de la Mancha y el Estrecho de Mesina y tras navegar por varios ríos europeos, como el Ródano, el Rin o el Danubio, decidió que era el momento de probar suerte en España. Es curioso que eligiese el Tajo entre todos los ríos de la geografía ibérica, pero parece ser que le llamó poderosamente la atención por ser uno de los menos conocidos y, por tanto, con más posibilidades para un aventurero. Fueron muchos los que intentaron disuadirle de emprender esta travesía, advirtiéndole de que su vida corría peligro por ser un río aún salvaje, lleno de alimañas y bandidos.
Su viaje fue muy anunciado en todo el país, llegando a España rodeado ya de un gran prestigio por sus hazañas. El Rey Alfonso XII le invitó a la celebración de su boda con María de las Mercedes de Orleans, mostrando desde el principio un gran interés por su empresa. El Rey pidió a todos los españoles que le recibieran amablemente a su paso por el país, hecho que sin duda le facilitó mucho las cosas. El Ministro del Interior, seguramente con la mejor de las intenciones, le entregó los mejores mapas disponibles del río....y debió acordarse muchas veces de este buen señor, ya que la cartografía tenía grandes errores y le ocasionó más de un percance. Este hecho confirma lo desconocido que aún era el Tajo hace poco más de un siglo.
Decidió hacer el viaje en pleno invierno, seguramente para aprovechar que la corriente del río era más fuerte en esa época y así podría navegar con mayor rapidez. El traje de caucho le permitiría afrontar el frío del invierno sin problemas, ya que en su interior se mantenía perfectamente el calor corporal.
Una vez que envió todo su equipaje a Lisboa y tras hacer un recorrido turístico por la ciudad de Toledo, la mañana del 31 de diciembre de 1878, cruzó la Puerta del Sol y se lanzó al agua bajo el Puente de Alcántara jaleado por el numeroso público que se reunió allí para ver su partida.
Durante los primeros kilómetros el río le sorprendió por su carácter cambiante, alternando tramos donde era ancho y lento con otros estrechos y escarpados, donde navegaba con gran rapidez. Pero mucho más le llamó la atención pasar días enteros en el agua sin llegar a ver ni una sola persona, una carretera o un poste de telégrafos.
Entre las anécdotas más curiosas que le ocurrieron durante su viaje están los encuentros con la gente del campo, ya que la mayoría vivían ajenos a las noticias que aparecían en los periódicos anunciando el viaje de Boyton. Cuando no huían despavoridos al verle, era tratado con mucha amabilidad por los paisanos. Al comienzo de su travesía, agotado después de recorrer una zona de curvas y cascadas, pidió ayuda haciendo sonar su corneta en el silencio de la noche y acudieron unos pastores que le dieron de cenar sopa y le acomodaron en suelo de su choza, donde durmió al calor de una hoguera alimentada con paja que le resultó sorprendente por el calor y luminosidad que desprendía.
Chozo de pastores. Tomada de "Los cabreros extremeños". Cuadernos Populares. Fernando Flores del Manzano (virada a blanco y negro)
Su primera escala de importancia fue en Puebla de Montalbán (Toledo), donde tuvo que parar por haber sufrido un desgarro en el traje. El alcalde se deshizo en atenciones con él e incluso le prestó un elegante traje para que estuviese presentable en las celebraciones que se hicieron en su honor, ya que no llevaba ropa de gala en su reducido equipaje.
Río Tajo a su paso de Puebla de Montalbán. Imagen de libro: La navegación por el Tajo. El reconocimiento de Carduchi en 1641 y otros proyectos. Real Academia de la Historia de Madrid (1998)
Tres días después de su partida llegó a Talavera de la Reina donde la gente, al verle pasar, le obligaban a salir del agua para saludarle. No obstante, no se detuvo en esta ciudad y continuó su recorrido aguas abajo. Cuenta que más adelante se encontró con unos pastores y al saludarles desde el agua, uno de ellos que se encontraba podando una encina, se cayó de árbol asustado por su inesperada presencia….y a continuación huyó atemorizado. Más tarde, una pequeña niña al cargo de un rebaño de cabras se enfrentó a él cuando le vio llegar por el rio, amenazándole con tirarle una gran piedra que sostenía en sus manos. Finalmente, al ver que era una “persona”, soltó la piedra y le saludó diciéndole adiós a la vez que corría montaña arriba.
Chozo de pastores. Tomada de "La pesca fluvial en Extremadura.Un modo de vida". Cuadernos Populares. Julián Mora Aliseda (virada a blanco y negro)
Antes de llegar a Puente del Arzobispo, Boyton narra haber pasado por estrechos acantilados donde se sentía encerrado, como en un túnel, arrastrado violentamente por el agua en rápidos que discurrían entre saltos rocosos. En una de estas turbulencias fue lanzado con tanta fuerza que se rompió su cinturón y se desprendió la bolsa con las provisiones, sin que pudiese a recuperarla después.
Los disparos de saludo de la Guardia Civil desde lo alto de un acantilado le anticiparon la llegada a El Puente del Arzobispo, donde la gente le esperaba para verle pasar por una zona de grandes saltos y donde fue de nuevo literalmente vapuleado por el agua, emergiendo aturdido y medio ahogado. Un sacerdote le tendió la mano para sacarle del agua, a la vez que le preguntaba si aún seguía vivo.
En esta localidad le dedicaron grandes atenciones, organizando en su honor una ostentosa cena con más de 70 cubiertos y que Boyton agradeció enormemente. El cansancio y el dolor no le permitieron continuar su travesía al día siguiente y se quedó visitando el pueblo con las autoridades. Le llamó especialmente la atención el ancestral modo de obtener aceite en las almazaras y cómo aprovechaban los restos para alimento del ganado, opinando que con la maquinaria americana sería posible obtener cuatro veces más rendimiento al prensar las aceitunas.
También le llevaron a ver la prisión del pueblo, algo que le sorprendió en gran medida. Los presos esperaban dispuestos en fila custodiados por guardias, mientras que los anfitriones le iban contando los peores crímenes que habían cometido, algunos bastante sanguinarios. Uno de los presos, en representación de los demás, pidió a Boyton que intercediera ante el Gobernador para que les permitiera salir de la prisión y bajar al río para ver su partida. El Gobernador accedió a su petición y a la mañana siguiente todos ellos le estaban esperando en la orilla del Tajo. En agradecimiento, los presos se ofrecieron a escoltar a Boyton aguas abajo para “protegerle de los numerosos bandidos que podría encontrarse en su camino”, pero se lamentaban por no poder prestarle ese servicio por "estar retenidos en la prisión en contra de su voluntad".
En el tramo entre El Puente del Arzobispo y Berrocalejo (a orillas del actual Embalse de Valdecañas) el Tajo se encajona espectacularmente.
Prosiguió su viaje y comenzó a adentrarse en un largo tramo en el que el río se encajonaba entre paredes rocosas. Esa noche la pasó en una cabaña de un matrimonio de pastores que le dieron cobijo. Inesperadamente y de madrugada se presentaron en la cabaña dos miembros de la Guardia Civil, despertando a Boyton para anunciarle que habían sido mandados por el Rey Alfonso XII para ofrecerle protección y asistencia. Les dio las gracias y continuó durmiendo….aunque seguro que le costó conciliar el sueño tras la impresión de ver a esas personas armadas con mosquetones y uniformadas con tricornios y capas.
Artículo del Conde de Canilleros en el ABC recordando el viaje de Boyton por el Tajo, en su "honda zanja de Extremadura"
Al día siguiente, tras degustar una deliciosa panceta de jabalí, se lanzó de nuevo al agua. Siguió recorriendo estrechos cañones donde apenas entraba la luz del sol (seguramente entre Valverdeja y Berrocalejo), sin encontrase a penas a nadie. En esta etapa del recorrido se vio obligado a dormir durante el día, ya que descubrió que los lobos eran muy frecuentes en todos los riberos del Tajo y escuchaba sus aullidos cercanos durante la noche. La posibilidad de sufrir algún ataque de los lobos le hizo cambiar el planteamiento de su viaje hasta llegar a la frontera de Portugal. No obstante, a saber cómo reaccionarían los lobos al ver Boyton vestido de esa guisa…
Después de pasar tres interminables días en los cañones del Tajo, sin víveres y agotado, estaba decido a salir del río y buscar algún signo de vida. Cuando más desesperado se encontraba avistó el tenue humo de una hoguera y unas voces humanas que procedían de la orilla y se dirigió presuroso a su encuentro. Se trataba de dos pastores que preparaban tranquilamente su almuerzo. Como llevaba puestas las botas de caucho no le escucharon llegar y al saludarles diciendo “!Buenos días, hermanos!”, ambos salieron corriendo y gritando al ver a Boyton enfundado en su traje impermeable. En su huida abandonaron la comida que estaban guisando y el vino, así que aprovechó estos inesperados manjares para saciar su apetito. Tenía la esperanza de que volvieran los pastores, pero al ver que no regresaban les dejo al lado de la hoguera una buena propina en agradecimiento (un dólar español, según cuenta).
Puente de Almaraz o de Albalat (Cáceres)
Aguas abajo, quizás en el Puente de Almaraz, el Gobernador de Cáceres acompañado de numeroso público esperaba su paso a orillas del río. El Gobernador, por encargo de Alfonso XII, tenía que asegurarse de que su viaje transcurría sin incidentes. Prepararon una improvisada carpa donde le obsequiaron con un gran banquete para celebrar su llegada. Pero la razón de interceptar a Boyton en ese preciso lugar también era para prevenirle de que estaba a punto de llegar a uno de los tramos más peligrosos del Tajo, los famosos rápidos de “El Salto del Gitano”.
Estas advertencias no fueron en vano y, al poco de retomar su viaje, Boyton tuvo que enfrentarse a grandes dificultades en este complicado tramo del Tajo. Aunque intentó agarrarse a las piedras, fue arrastrado en varias ocasiones por la corriente, lanzándole violentamente de una orilla a otra y haciéndole chocar con numerosas rocas. Recuerda haber caído por un enorme salto donde el agua sonaba atronadoramente, rodeado por grandes olas y posiblemente engullido por un remolino, sin que pudiera llegar a explicarse de qué modo consiguió salir de allí sano y salvo. Este fue sin duda uno de los momentos más complicados de su travesía y donde el Tajo se mostró con mayor dureza.
Imagen panorámica del Tajo a su paso por el Salto del Gitano (cedida por Kiko Esperilla)
Aunque aparentemente resulta imperceptible, entre Almaraz y Alcántra el nivel del Tajo desciende bruscamente unos 250 m, creando a su paso espectaculares chorreras y saltos, como el Corzo, Quitasustos y el Gitano. Al parecer, en el Salto del Gitano existía un abrupto tramo de legua y media (unos 6 km) que hacía imposible que el río fuese navegable y con el que se topó nuestro aventurero. Al pasar por el Salto de Quitasustos desgarró su traje tras chocar con las rocas y al día siguiente unos pescadores de Garrovillas de Alconetar le ayudaron a coser las piezas de caucho dañadas.
Pescador en el río Tajo. Tomada de "La pesca fluvial en Extremadura.Un modo de vida". Cuadernos Populares. Julián Mora Aliseda (virada a blanco y negro)
Resulta especialmente curioso que no hiciese ninguna referencia a la presencia de molinos durante su travesía, ya que en aquella época había centenares de ellos en el curso del río y era una de sus señas de identidad. Con toda seguridad debió saltar por encima de un buen número de azudes, aceñas y represas de molinos o navegar por canales que servían para desviar el agua. En una entrevista a un alcalde que apareció publicada en uno de los periódicos de la época sobre el viaje de Boyton, expresaba su temor a que este excéntrico navegante (al que cariñosamente había apodado como “el cetáceo”) terminase desgraciadamente engullido por las muelas de un molino.
Aceña en el río Tajo. Boyton debió atravesar muchas como ésta hasta llegar a Lisboa
Entrevista a una Alcalde sobre Boyton publicada en "La Ilustración en España y América"
Uno de los documentos bibliográficos más interesantes que he encontrado para documentar el viaje del Capitán Boyton ha sido el libro titulado
"La navegación por el Tajo. El reconocimiento de Carduchi en 1641 y otros proyectos", publicado por la Real Academia de la Historia (Madrid, 1998). Describe detalladamente las peculiaridades geográficas del Tajo en el siglo XVII, diferenciando los obstáculos naturales que aparecen en su curso, como islas, bajos fondos, raudales, chorreras, malos pasos, angosturas, estrechamientos y saltos, calificando en algunos casos las aguas de furiosas o furiosísimas y marcando la situación de los remolinos. Del igual modo se indican los obstáculos artificiales, poniendo de manifiesto infinidad de molinos, presas, aceñas, azudes, canales, puentes y pasos. Sin duda, muchas de las cascadas a las que se refería Boyton debieron ser los saltos de las represas de los molinos, algunas con más de 5 m de altura.
Tramo del Tajo en que se aprecia la cantidad de azudes de molinos que había a lo largo de su cauce. Imágenes: "La navegación por el Tajo. El reconocimiento de Carduchi en 1641 y otros proyectos". Real Academia de la Historia. Madrid (1998)
Confluencia del Tietar en el Tajo en las inmediaciones del Puente del Cardenal, dentro del actual parque Nacional de Monfragüe. Imagen: "La navegación por el Tajo. El reconocimiento de Carduchi en 1641 y otros proyectos". Real Academia de la Historia. Madrid (1998)
Desembocadura del Almonte en el Tajo en las inmediaciones de las ruinas del Puente de Alconetar. Imagen: "La navegación por el Tajo. El reconocimiento de Carduchi en 1641 y otros proyectos". Real Academia de la Historia. Madrid (1998)
Remolino en el Tajo. Imagen: "La navegación por el Tajo. El reconocimiento de Carduchi en 1641 y otros proyectos". Real Academia de la Historia. Madrid (1998)
Durante dos días más prosiguió su viaje río abajo entre cañones rocosos, hasta alcanzar su siguiente destino: Alcántara. La llegada a esta localidad debió se emocionante, sobre todo después de haber recorrido decenas de kilómetros sin ver ni un solo pueblo en las orillas del Tajo. Según cuenta, sobre las 2 de la madrugada descubrió, iluminado por la luz de la luna, un espectacular puente con dos pilares enormes que unía las laderas de dos montañas.
Desembocadura del Alagón en el Tajo en las inmediaciones del Puente de Alcántara. Imagen : "La navegación por el Tajo. El reconocimiento de Carduchi en 1641 y otros proyectos". Real Academia de la Historia. Madrid (1998)
Seguramente quedó impresionado al encontrase ante de semejante monumento después de recorrer algunas de las zonas más salvajes y abruptas de la península ibérica. Lógicamente no había nadie esperándole allí a esas horas, así que tuvo que trepar por la ladera para llegar hasta la cabecera del puente y buscar a alguien que le llevase ante el alcalde.
Imagen del Puente Romano de Alcántara publicada el 22 de noviembre de 1964 en el periódico ABC
Le debió gustar mucho Alcántara, ya que permaneció allí un día entero y donde le ofrecieron todo tipo de comodidades al navegante. Asistió a una obra de teatro y le invitaron a impartir una conferencia sobre sus aventuras. En sus memorias destaca que aquí encontró las mujeres más hermosas que había visto a su paso por España.
Puente de Alcántara (Cáceres)
A partir de aquí, su viaje fue completamente distinto. Cuando llego al tramo internacional del Tajo, donde una orilla es española y la otra portuguesa, le estaba esperando un barco enviado por el Ministro de Marina del Gobierno de Portugal y cuyo único cometido era escoltarle hasta su llegada a Lisboa. Se trataba de una lancha de fondo plano con una cabina, adaptada a la navegación por este tipo de aguas. La posibilidad de contar con un barco de apoyo le permitió comer regularmente y dormir durante la noche en la cubierta (por fin a salvo de los lobos!), olvidándose de las penalidades pasadas en los tramos de Extremadura y Toledo.
A medida que avanzaba la navegación se hacía más fácil, siendo menos frecuentes las torrenteras y disminuyendo la altura de los cantiles, dejándose también notar el efecto de las mareas del Atlántico.
Mapa antiguo Abrantes (Portugal)
Su primera parada en tierras portuguesas fue en Vila Velha de Ródão (Castelo Branco), y después se detuvo en Abrantes y Santarem, siendo recibido con salvas de cohetes y con gran entusiasmo por multitud de gente que se concentraba en las orillas del río. Boyton cuenta una curiosa anécdota en relación con el apodo que habían puesto en la zona de Santarem, donde le llamaban “el hombre de las botas”, igual que a el personaje de una popular leyenda. Según la versión de Boyton, el “homem das botas” fue un personaje inventado por los políticos del gobierno cuando pretendían aprobar una ley con la que el pueblo no estaba de acuerdo. Hicieron correr el bulo de que un hombre con botas iba a caminar sobre las aguas del Tajo desde Santarem a Lisboa, con la intención de que todo el mundo acudiese al río a ver este prodigioso espectáculo. Una vez que desviaron la atención de la población, los políticos consiguieron aprobar la ley sin oposición. Muchos años después, cuando vieron a Boyton surcando las aguas del Tajo, recordaron la leyenda de “el hombre de las botas” y por eso decidieron apodarle así.
El río Tajo en Tramagal, aguas abajo de Abrantes (Portugal)
Pero la versión de Boyton posiblemente no era del todo correcta. La verdad es que resulta muy extraño que la promesa de un político llegue a cumplirse alguna vez (algo que no ha cambiado a lo largo de los siglos) y ese detalle me hizo sospechar sobre la veracidad de la leyenda. Indagando en la historia de Santarem, encontré otra versión distinta del “homem das botas”, a mi juicio más creíble. Parece ser que en 1810, durante la invasión francesa, para evitar que fuese profanado el Santo Milagro, una reliquia que contenía una hostia que manaba sangre, los files devotos la trasladaron desde Santarem a Lisboa. Una vez que pasó el peligro, los ciudadanos de Lisboa se negaron a devolver el Santo Milagro y amenazaron con impedir por todos los medios que volviese a Santarem. Entonces alguien tuvo la idea anunciar a bombo y platillo, colocando carteles por toda Lisboa, que el día 2 de diciembre de 1811, un hombre provisto de unas botas de corcho iba a cruzar el Tajo entre Lisboa y Almada (ciudad situada justo en frente de Lisboa). Aprovechando que las multitudes acudieron a la desembocadura del río para ver el espectáculo ficticio, nadie se percató de que se estaban llevando el Santo Milagro de vuelta a Santarem, consiguiendo así su propósito.
Reliquia del Santo Milagro de Santarem (Portugal)
Pero lo que realmente fue un milagro es que Boyton llegara a Lisboa al cabo de 18 días desde que salió de Toledo, enfrentándose prácticamente en solitario a toda suerte de peligros, recorriendo más de 700 km y atravesando más de 100 saltos o cascadas (la mayor de ellas con una altura de 80 pies). La ciudad se volcó para celebrar su llagada y se estima que más de 100.000 personas fueron a darle a bienvenida (no obstante, encontré una noticia en The New York Times donde estimaban en 200.000 las “almas” que fueron a recibirle). Un barco de vapor lo recogió del agua y nada más subir a cubierta le entregaron las cartas de felicitación de Alfonso XII y del Ministro de Marina de Portugal. A continuación fue escoltado por la guardia ecuestre hasta su hotel, donde continuaron las celebraciones.
Lisboa, el final de la travesía del capitán Boyton
Boyton recalcó al finalizar su viaje que, pese a haber sido advertido de que su vida corría peligro por las gentes salvajes e ignorantes que habitaban las orillas del Tajo, sólo encontró a su paso personas hospitalarias y generosas, tanto en España como en Portugal. Destacó también que, aunque llevaba consigo suficiente provisión de dinero, no consiguió que nadie aceptase su gratitud por los favores que le prestaron, fuese cual fuese su condición.
Antes de marchase de la capital portuguesa impartió una conferencia a los miembros de la Sociedad Geográfica de Lisboa, que quedaron deslumbrados por el interés científico de sus explicaciones. Boyton les habló de unas desconocidas ruinas árabes que había encontrado en uno de los cañones del río. Estas ruinas solo eran accesibles desde el agua, posiblemente como consecuencia del violento terremoto 1755, que provocó que cambiase el recorrido del cauce natural por el que discurría el Tajo. Una expedición enviada poco después por la Sociedad Geográfica verificó sus observaciones. He estado buscando más datos sobre la posible localización de estas ruinas árabes, pero no he logrado averiguar nada al respecto.
Se quedó en Lisboa unos días más aprovechando la celebración de los Carnavales y además tuvo la oportunidad de conocer al Rey de Portugal, Luís I, con el que tenía muchas cosas en común, ya que era un apasionado de la oceanografía.
Rey Luís I de Portugal
Este monarca invirtió gran parte de su fortuna en financiar barcos de investigación dedicados a recoger especímenes por los océanos del todos los mares y fue el responsable de la creación de uno de los primeros acuarios del mundo, el Vasco de Gama, en Lisboa, que sigue abierto al público en nuestros días. Su labor fue continuada por su heredero al trono, Carlos I, que emprendió 17 campañas oceanográficas entre 1896 y1907, recolectando e investigando la fauna marina. La historia de la familia real (pertenecientes a la Casa Sajonia-Coburgo-Gotha) también es muy curiosa, a la vez que dramática y con ellos terminó la monarquía en Portugal.
El Rey Carlos I de Portugal, vestido de marinero a la izquierda y de gala, más joven, a la derecha.
A continuación, el Capitán Boyton comenzó a preparar su siguiente aventura: cruzar el Estrecho de Gibraltar desde Algeciras a Ceuta (aunque al final terminó en Tánger, pero esa es otra apasionante historia….).
Tarjeta postal ilustrada con imágenes de Boyton (con matasellos de Madrid)
El capitán Boyton, un personaje de ficción
Mientras recopilaba información sobre el Capitán Boyton, no he podido evitar que mi fantasía se zambullese junto a él en las aguas de todos los ríos y mares que recorrió, imaginando las innumerables aventuras que debió vivir, los increíbles paisajes vieron sus ojos y las experiencias de convivir con gentes de culturas tan distintas, desde Reyes a pastores.
Tema musical a ritmo de polka-galop compuesto en honor del Capitán Boyton por Siragusa
Partitura original del tema "Captain Boyton on the wave" compuesta por Siragusa 1879
Imagen tomada de "Illustrated London News", en la edición de 7 de noviembre 1874, mostrando el Capitán Paul Boyton en una exhibición en el puerto de Cork, Irlanda.
Sus grandes hazañas en América y Europa le convirtieron en un personaje cada vez más famoso y popular, logrando que los diarios de la época se hicieran eco de todos sus viajes (por ejemplo, The New York Times hacía un seguimiento detallado de cada nueva proeza y los artículos se pueden consultar en el archivo digital de este periódico). La noticia de la llegada de Boyton a cualquier país despertaba siempre una gran expectación y cada vez que se lanzaba al agua o cuando conseguía alcanzar su destino era considerado todo un acontecimiento, congregando a miles de personas. En Estados Unidos, país en el que su fama era más notable, los periódicos narran momentos emocionantes en sus viajes por los grandes ríos americanos, con miles de personas aclamándole a la vez que los barcos de vapor hacían sonar a la vez sus sirenas y chimeneas.
Artículo sobre el Capitán Boyton con un sugerente título: "The Fearless Frogman" ("El Hombre Rana sin miedo")
En Europa eseguida se conviertió en un personaje famoso trascruzar el Canal de la Mancha, travesía que tuvo un gran seguimeinto por los medios de comunicación y que contó con una numerosa afluencia de público. En 1875, tras un intento fallido debido al mal tiempo, completó la travesía entre el Cabo Gris Nez, al sur de Calais (Francia) y Folkstone (Gran Bretaña), tras 23 horas luchando contra las olas. Esta hazaña le abrió las puertas al resto de Europa, donde era recibido con los honores de un héroe.
Recorrido relaizado por Boyton la cruzar el Canal de la Mancha
Ilustraciones en la publicación británica "The Graphic" con motivo de la travesía de Boyton por el Canal de la Mancha
Uno de sus grandes admiradores fue el gran novelista Julio Verne, maravillado tanto por su valentía como por su ingeniosa manera de navegar. Verne, al saber que Boyton iba a visitar Francia para hacer el descenso del río Loira hasta Nantes, ciudad donde residía, decidió navegar a su encuentro. Remontó con su yate el río hasta la ciudad de Ancenis, donde esperó la llegada del Capitán.
Julio Verne
Tras conocerse, Verne le ofreció su yate como embarcación de apoyo durante el trayecto que le quedaba por cubrir (aceptando encantado) y al llegar a Nantes le acogió en su propia casa. Ambos entablaron una gran amistad y la oportunidad de conocer de primera mano las aventuras de Boyton le sirvieron de inspiración y despertaron su portentosa imaginación literaria. Al año siguiente de su encuentro (1879), Verne incluyó en varios capítulos de su famosa novela “Las tribulaciones de un chino en China” personajes que navegaban vestidos con un traje de caucho similar al usado por Boyton, a los que bautizó con el curioso nombre de “los escafandros” (“the scaphanders”, según aparece en la novela en inglés)
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Ilustraciones del libro de Julio Verne "Tribulaciones de un Chino en China" en las que aparecen los personajes vestidos con el mismo traje que el Capitán Boyton
También llegó a convertirse en un famoso personaje de cómic, donde se ilustraban sus viajes por el mundo. El dibujante catalán Edmundo Fernández Ripoll (también conocido como Edmund o Ripol) creó el personaje “The Floating Man” inspirado en el Capitán Boyton y llevó sus aventuras a las tiras del cómic “The Hornet”, publicado en Estados Unidos en 1968. Ripol, famoso ilustrador, trabajó para la Editorial Bruguera durante varios años (ilustró comics de Rintintín, Bonanza, Bronco, Jan Europa y algunas ediciones de “Joyas Literarias Juveniles” o de tebeos como Mortadelo, Super Mortadelo, Tio Vivo y TBO).
El personaje de Boyton también fue convertido en un superhéroe en algunos cómics de la época, deslumbrando por su asombrosa capacidad de flotar sobre al agua y aprovechar este poder para luchar contra sus adversarios.
El parque de atracciones de Coney Island: su última aventura
Después de realizar sus viajes por todo el mundo, su pasión por la navegación y los espectáculos seguían siendo el aliciente de su vida. Creó un circo acuático con numerosas atracciones y estuvo de gira durante varios años por América y Europa y también era reclamado por otros circos para participar exhibiendo sus habilidades vestido con el "Merriman".
En 1894, anticipándose a su tiempo, construyó en Chicago el que fue el primer Parque de Atracciones del mundo y al que se accedía mediante el pago de una entrada. Tras el éxito de la experiencia, en 1895 compró un terreno en Coney Island, en Brooklyn (Nueva York) y abrió un nuevo Parque de Atracciones llamado “Sea Lion Park”. Éste contaba con una gran laguna artificial con más de 40 leones marinos, espectaculares atracciones para todos los públicos, un circo, salón de baile y otras instalaciones.
"Sea Lion Park"
Varios años después vendió el negocio y paso a llamarse “Luna Park”, siendo rediseñado por sus nuevos propietarios. En la actualidad, Coney Island es un enorme parque de atracciones, con museos, espectáculos, circos, etc. y toda una referencia turística para aquellos que vistan Nueva York.
Diversas ilustraciones e imágenes relacionadas con los Parques de Atracciones de Coney Island y de los espectáculos del Capitán Boyton.
Una de las atracciones ideadas por Boyton fue "Shoot the chutes", un enorme tobogán en el que los visitantes se lanzaban a gran velocidad por una rampa con una corriente de agua montados en una enorme balsa de caucho con el suelo plano. La balsa terminaba su recorrido chocando y saltando sobre el agua de una laguna en la que nadaban libremente los leones marinos, para darle aún más emoción al recorrido. Con el tiempo fue mejorando su diseño, sustituyendo las balsas de caucho por unas plataformas con asientos que se desplazaban sobre raíles y que luego volvían automáticamente hasta el inicio de la rampa. En este modelo se basan muchas de las atracciones que actualmente podemos ver en los parques acuáticos modernos (Port Aventura, por ejemplo). Llegó a patentar el diseño de algunas de estas atracciones, como es el caso de el "Canal del Placer" (Pleasure Canal).
"Shoot the chutes", la atracción más famosa de Paul Boyton
Dibujos de la atracción "Pleasure Canal" patentada por Boyton en 1900
Encargó la construcción de una montaña rusa (“The Fip-Flap Railroad”) con una caída de 30 metros y con un bucle completo invertido, pero por su peligrosidad tuvo que ser cerrada al público. Las vagonetas tenían dos plazas y ¡sin cinturón de seguridad!, provocando en ocasiones lesiones en el cuello y espalda de los pasajeros. No a todo el mundo le gustaban tanto las aventuras peligrosas como a Boyton…..
The Fip-Flap Railroad
Los espectáculos acuáticos incluían leones marinos adiestrados para hacer juegos malabares y más de 200 artistas representando tipo espectáculos: caminar sobre el agua con unos zapatos especiales (¿quizás inspirados en la leyenda del “Homem das botas”?), competiciones de waterpolo, carreras de bicicletas acuáticas, carreras sobre troncos en el agua (log rolling), competiciones de remeros y otras muchas atracciones. También contó en uno de sus espectáculos con la participación de Agnes Beckwith, una nadadora profesional (a lo Esther Williams) famosa por haber recorrido en poco más de 1 hora las 5 millas que separan el Puente de Londres de Greenwich, cuando tan solo tenía 14 años.
Espectáculo de hombres caminando sobre el agua
Log Rolling
Nadadora profesional "en traje de baño"
Vídeo con postales de Coney Island, incluyendo "Sea Leon Park" y "Luna Park"
Vídeo de "Luna Park", donde se ve el ambiente del parque de Atracciones (también aparecen imágenes de "Shoot the chutes")
Y final...
Han sido dos semanas apasionantes, en las que he disfrutado descubriendo la vida y hazañas de un personaje que para mí, y seguro que para muchos de vosotros, era un completo desconocido. Pero de momento he de poner aquí el punto y aparte a esta historia, antes de que termine en las aguas del Guadiana enfundado en un traje de neopreno imitando al Capitán Boyton! Espero que esta historia os haya interesado tanto como a mí.
(Mi agradecimiento también a todos a los que habéis tendido la paciencia de aguantarme estos últimos días hablando sin parar del Capitán Boyton!)