Vista panorámica de la encina "La Marquesa"
La encina de “La Marquesa” fue uno de los primeros árboles en ser declarado como “Árbol Singular” en Extremadura, incorporándose en el año 2001 a la Red de Espacios Naturales Protegidos de la región. Su edad se estimaba en 800 años, una ancianidad que resultaba evidente al contemplar las extraordinarias dimensiones de su tronco y ramas. En 1997, según los datos aportados por Diosdado Simón (pionero en despertar el interés por conservar estos árboles en Extremadura) “La Marquesa” alcanzaba una altura de 22 m y un perímetro en la base de 5,65 m, destacando especialmente por su inmensa y simétrica copa, cuya proyección sobre el suelo ocupaba más de 660 m2.
Vista panorámica de la encina "La Marquesa"
La semana pasada fui a visitar “La Marquesa”, después de que hubieran pasado 14 años desde la primera y última vez que pude contemplar a esta grandiosa encina con vida. Entonces ya mostraba síntomas de debilitamiento y comenzaba a ser notorio que estaba perdiendo el vigor de antaño. Como ya auguraba Alberto Gil en el libro “Árboles Singulares de Extremadura” (2004), la acción conjunta de varios factores habrían de conducir a su irremediable empeoramiento, entre los que se encontraban la compactación del suelo, la pérdida de gran parte de su sistema radicular (que se evidenciaba en la drástica pérdida de la cobertura foliar), la hendidura de un rayo que le atravesó desde la copa hasta la base, el ataque de diversos hongos e insectos xilófagos (cerambícidos) y posibles cambios del nivel freático ocurridos en el entorno. Con seguridad, los años en los que la dehesa donde se encontraba “La Marquesa” era labrada para cultivar cereales tampoco debieron favorecer mucho la salud de este árbol.
Panel informativo sobre en Arbol Singular Encina "La Marquesa"
Perspectiva desde la que se aprecia la altura del árbol respecto de los que le rodean
En varias ocasiones he escuchado decir a aquellos que entienden, que los árboles de tan avanzada edad deben tratarse con cuidados geriátricos, realizando con absoluto mimo cualquier intervención sobre ellos, curando o previniendo cualquier enfermedad o riesgo que pudiera influir en su salud. La capacidad de respuesta ante cualquier alteración se reduce con los años y mucho más con los siglos….y resulta evidente que ellos ya vivieron su plenitud muchas décadas atrás. Ahora, aunque sus dimensiones nos sigan pareciendo impresionantes y sinónimas de fortaleza, son en realidad seres débiles, frágiles y plagados de achaques, cuyo estado de salud debe ser revisado periódicamente por especialistas. En la mayoría de los casos las precauciones necesarias no se aplicaron a tiempo, habiendo sufrido podas sin escrúpulos, sometidos a descorches o “saneados” mediante malas prácticas que provocaban mayores daños de los que se pretendían remediar.
Una de las ramas caídas, prácticamente con el mismo tamaño que las encinas del fondo
Enorme rama desgajada
Detalle de la fractura de las dos grandes ramas fracturadas
Su debilidad llega a ser tan extrema, que en algunos casos lo más conveniente es limitar o impedir el acceso de las personas y animales en su entorno, reduciendo el pisoteo bajo su copa para evitar la compactación del suelo, ya que sus débiles raíces a veces sólo son funcionales en los primeros centímetros de suelo. Al contrario de lo que haríamos con nuestra anciana bisabuela, algunas personas que acuden a visitar estos árboles parecen obsesionados por encaramarse y trepar por sus maltrechas ramas, contribuyendo con este absurdo comportamiento a acortar su vida.
Distintas imágenes de la corteza de "La Marquesa"
Para apreciar la grandeza de estos árboles, bastaría con establecer referencias de su edad con hechos históricos que nos resulten lejanos en la memoria. Por ejemplo, en aquellos tiempos en los que aún desconocíamos la existencia del continente americano, “La Marquesa” ya rondaba los 300 años de edad y, a buen seguro, comenzaba a destacar sobre el resto de las encinas de la dehesa. Cuando apenas era poco más que un modesto chaparro, aún vivían personajes históricos como Marco Polo, Alfonso X el Sabio, Gengis Kahn, Dante Alighieri, San Francisco de Asís o Santo Tomás de Aquino. Cuántas vidas han vivido sus ramas!
Detalle del tronco
Sombras del árbol sobre una de las ramas caídas
Volver a ver “La Marquesa”, aún siendo consciente de lo que iba a encontrarme, me provocó un profundo desánimo. Cuando contemplas su tronco muerto y desvencijado, como un esqueleto inerte, algo te obliga instintivamente a buscar entre tus recuerdos las imágenes de su grandioso pasado, cuando su inmensa copa se alzaba sobre todos los árboles de la dehesa.
Imágenes de las ramas secas de la copa viradas a blanco y negro y con diferentes procesados
Me parece un triste final dejar que este gigante termine tronzado para leña o simplemente comido por los hongos y los insectos. Deberíamos hacer un esfuerzo de imaginación y lograr que lo que aún queda de "La Marquesa" pueda seguir siendo motivo de interés, quizás convirtiéndola en una obra de arte por la inspiración de un artista y lograr que tantos años de supervivencia no queden en el olvido. Se aceptan ideas!
Encina "La Marquesa"
Ese día tenía que dar una charla a los alumnos de último ciclo del Centro de Formación del Medio Rural, en Navalmoral de la Mata (Cáceres), enclavado en una preciosa finca pública donde precisamente se encuentra “La Marquesa”. Al llegar a la entrada del Centro me encontré a una joven alumna en un cruce de caminos:
- Hola, buenos días, ¿me puedes decir por dónde tiro para llegar a la encina “La Marquesa”?
- ¿La Marquesaaa….? ¿me preguntas por “la encina gorda”?
No pude evitar sonreírme, ya que me sorprendió el nombre simple y a la vez descriptivo que se utilizaba en la comarca para llamar a este árbol y, también, por la naturalidad con que ella lo dijo, como si conociese la encina de toda la vida.
- Si, esa, la encina gorda, respondí.
-¿De verdad que la quieres ver? !!!Pero si está “arrumbá”!!!!, exclamó extrañada.
Volví a reírme, esta vez por la expresión, aunque en realidad ella ya me estaba anticipando perfectamente lo que me iba a encontrar minutos después….
En los años 90 comienzan a ser más apreciables los síntomas de debilitamiento, que se agravaron en los años siguientes (imagen cedida por Alberto Gil)
Curiosa imagen de "La Marquesa" en su últimos días, con todas su hojas marchitas y rojas (Jesús Heredia Luque, 2005)
Homenaje a "La Marquesa" (Talayuela TV)
Sobre las imágenes: Nikon D300 + Tamron 17-50mm f2.8 (las dos primeras son panorámicas de 3 imágenes unidas con Photomerge; hay varias procesadas con Nik Silver Efex Pro 2 en blanco y negro). Todas fueron tomadas entre las 11:30 y las 12:05 del día 24 de marzo de 2011.
Como siempre sobresaliente documento el que nos muestras.
ResponderEliminarSaludos
Lo has dicho todo y muy bien como siempre.
ResponderEliminarNo queda más que añadir salvo apoyar la iniciativa que comienzas con esta entrada: vamos a salvaguardar la memoria de estos gigantes, que es nuestra memoria.
Gracias
Una pena que se haya perdido un ser tan longevo, de los que ya quedan pocos. Cuántas cosas habrá visto pasar delante de ella...
ResponderEliminarUn saludo.
Hola Nacho, te diría que has hecho un reportaje fotográfico magnífico si no me dolieran tanto esas imágenes. Hace bastantes años que no me acerco a ver este árbol porque no me atrevía a ver lo que nos muestras aquí. La foto en blanco y negro me ha recordado mi primera visita a ese árbol a finales de los años 80, cuando durante un curso que se celebró allí sobre manejo de pastizales en áreas mediterráneas nos montaron a todos en el remolque y nos llevaron a ver la encina. Entonces era la más grande, a la Terrona casi nadie la conocía entonces, y me dejó impresionado. También me llamó la atención que entráramos con el tractor bajo su copa y la rodeáramos, eso se hacía con cada visita. Cada promoción de la escuela se fotografiaba junto a su tronco, cada colegio, cada… Haces bien en recordar que a veces el amor mata.
ResponderEliminarCuando hace más de 10 años los responsables del centro se dieron cuenta del problema y decidieron salvar a este árbol a toda costa ya era demasiado tarde (y han realizado esfuerzos encomiables, por allí han pasado los mejores geriatras arbóreos de España).
Estoy contigo, no se puede perder todo rastro de esta encina (ni de la Encina del Convenio). En Cañaveral el ayuntamiento dio un tratamiento a la tronca del viejo negrillo del Arco para retrasar la pudrición de la madera. Saludos.
Buenas Nacho, formidable el homenaje a la "Marquesa", todavía quedan muchos árboles singulares que podrían salvarse de ese triste fin, en mi dilatada lucha en defensa del pinar de Badajoz, me encuentro que uno de los mejores pinis del "Pinar de Atienza" se encuentra en la misma situación en que se encontraba esta formidable encina en los ochenta, pero parece que no existe voluntad por salvarlo, un abrazo
ResponderEliminarhttp://diariodeunenfoquejuanpabloprieto.blogspot.com/2010/12/pinos-singulares.html
Aqui os dejo un enlace para una iniciativa para salvar árboles singulares:
ResponderEliminarhttp://blogs.20minutos.es/cronicaverde/2011/03/21/como-salvar-un-arbol-singular-en-cuatro-minutos/
Una pena que para La Marquesa hayamos llegado tarde, pero aún quedan leyendas vivas.
Un documento impactante, con unas bellas imágenes que nos muestran el fin de la vida de este longevo árbol singular. Gracias por compartirlo. Un saludo.
ResponderEliminarFotos tristes pero geniales. Un saludo
ResponderEliminarPues si como siempre sobresaliente, espero que salga bien la iniciativa de salvar árgoles singulares.
ResponderEliminarSaludos
Preciosa la encina. el reportage espectacular tanto las fotos en ByN como las de color. Una maravilla. Saludos.
ResponderEliminarDespués de este sentido y espléndido documento (de verdad que me ha gustado), ya que aceptas ideas y propuestas, permíteme al menos contribuir con este digno epitafio para La Marquesa:
ResponderEliminar"Viví sin hacer daño a nadie
y cobijando hasta a los lobos
Por último,
aquí tenéis leña para todos..."
Ya que efectivamente los árboles alcanzan a ser mucho más sabios que los hombres.
Ramón García
Un documento que impacta al lerelo,
ResponderEliminardeveriamos reflexionar sobre lo que hacemos con nuestro entorno mucho mas delo que hacemos.
Las fotos buenisimas nos informan tanto como el texto que debajo llevan
Pues no se me ocurre que decir, Atanasio. Una pena.
ResponderEliminarSaludos.
Gran reportaje Nacho, y muy triste a la vez. Me imagino al bueno de Diosdado Simón maldiciendo la torpeza de las generaciones que la disfrutamos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gran documento, tenemos que aceptar que este árbol pase al ciclo de la vida, pero también tenemos que pensar en respetar otros ejemplares, para que ocupen su lugar. Maravillosas imágenes y buen trabajo de divulgación.
ResponderEliminarUn saludo.
Y cuantos pájaros se posarían en sus ramas a través de los siglos.
ResponderEliminarBonito homenaje el que le has hecho a La Marquesa.
¡¿Encaramarse a algo así?! Supongo que mis “semejantes” nunca dejarán de sorprenderme. Y no siempre lo hacen gratamente. Abrazos.
ResponderEliminarHola Nacho, precioso homenaje el que le has hecho a la Marqueza, un trabajo digno de admirar, te felicito. Un saludo.
ResponderEliminarMe acuerdo perfectamente de mi primer encuentro con semejante gigante, curso de verano para estudiantes de ITA, en mi caso fue ganaderia de montaña, jamas he corrido tanto detrás de las p. ovejas. Esto es el verano del 91, la escuela de Navalmoral había dado una llamada para encontrar la encina mas grande del mundo, pensando que en aquellos entonces la "suya" podría serlo.
ResponderEliminarLa sombra en aquellos años era inmensa.
Gracias por el recuerdo.