martes, 24 de agosto de 2010

Agostadero II

Nikon D300 + Tamron 90mm (ISO 200; 1/160; f29, -0,3 eV)

Hace ya tres años que me encontré por primera vez con una curiosa planta que presentaba un enorme y enigmático cáliz verde, en cuyo extremo asomaba un ramillete de pelos blancos, como un grueso pincel. La planta, con aspecto de herbácea de gran porte (con más de 40 cm de altura), se encontraba en mitad de un pastizal al borde de una dehesa.
La curiosidad me hizo que volver al mismo lugar días después para ver cómo había “evolucionado” y  la sorpresa fue mayúscula. El extraño cáliz se había transformado en una enorme esfera de casi 20 cm de diámetro, repleta de unos vilanos sedosos de gran belleza. Estas características tan peculiares me facilitaron determinar la especie, resultando ser una Asterácea del género Tragopogon, concretamente Tragopogon porrifolius

En estas fechas, en pleno agostadero, su llamativa esfera de vilanos permite reconocerla fácilmente, destacando entre en resto de herbáceas de los pastizales. Su nombre vulgar es “barba cabruna”, denominación que hace clara referencia al mechón de vilanos que asoman por el extremo del cáliz antes de reventar y formar la esfera plumosa. Al parecer, su gruesa y apetitosa raíz tiene muchas posibilidades gastronómicas (que ya aparecían citadas desde antiguo en el Dioscórides), cuyo sabor dicen que recuerda al de las ostras y era incluso cultivada para su consumo.

En Extremadura, se pueden encontrar tres especies de este género (Devesa, 1995): T. dubius (flores amarillas), T. porrifolius y T. crocifolius (ambas con flores lilas, diferenciándose entre sí por la forma, cilíndrica o cuadrangular del eje del vilano).

 

Nikon D80 + Tamron 90mm (ISO 100; 1/200; f22, -1,3 eV)
 
La imagen en blanco y negro la hice hace unas semanas y corresponde al detalle de la inserción de los vilanos en el centro de la esfera. Su aspecto radial, asemejando los rayos del sol, me parecieron muy atractivos para fotografiarlos. 
El contraluz es la única imagen que conservo de una serie que hice en 2007 y que creo haber perdido (después de buscar sin éxito en todas las carpetas de los discos duros), seguramente  borrada por error. Está tomada al atardecer, tumbado en el suelo para hacer coincidir el sol con el punto desde donde partían todos los vilanos, procurando que quedase parcialmente oculto tras el tallo para evitar quemar la imagen.

Las calurosas tardes en las que hice estas fotos se podía escuchar la preciosa sinfonía del agostadero, ese sonido que proviene del crujir de las legumbres al madurar, el tenue ruido de los tallos y hojas de las hierbas transformándose poco a poco en quebradizas pajas, el crepitar de las espigas, acompasado por el sonido de flores que se convierten en preciosas semillas voladoras!

3 comentarios:

  1. Nos ha gustado bastante esta entrada, las fotos con una gran delicadeza, pero sobre todo el texto que las acompaña escrito realmente bien.

    Saludos,

    Lourdes y Jesús

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  2. Texto para enseñarnos, fotos para deleitarnos. Espero la siguiente entrada.

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