Nikon D300 + Tamron 90mm f2.8 + flash anular (ISO 200; 1/320; f32; 0,0 eV)
Siempre me alegro cuando me encuentro con esta especie tan fotogénica en el campo, aunque con frecuencia no puedes conseguir muchas imágenes de ella debido a su inquieto comportamiento. Le basta un salto para desaparecer entre la vegetación o para enmarañarse de tal manera que resulta imposible conseguir un macro en condiciones.
Pero hace un par de semanas me ocurrió todo lo contrario. En la vegetación que rodeaba a una pequeña charca asociada a un manantial, tuve la suerte de encontrar al menos 12 ejemplares de ranita meridional en una superficie que apenas sobrepasaba los 3 metros cuadrados. La mayor parte de ellas estaban estaban entre las eneas, otras sobre la hierba del suelo (con especial querencia a las hojas basales de los Asphodelus) y algunas trepaban ágilmente por un pequeño sauce.
Pese a tratarse de una especie de hábitos principalmente nocturnos y crepusculares, supongo que este grupo de ejemplares se mostraba especialmente activo durante las horas centrales del día por encontrarse en estas fechas en pleno período reproductor. Sin duda, la humedad en el ambiente por las lluvias caídas en los días anteriores y las suaves temperaturas primaverales también debieron influir en este aspecto. De hecho, en cuanto me alejé del lugar comenzaron a emitir insistentemente su característico canto.
Nikon D300 + Tamron 90mm f2.8 + flash anular (ISO 200; 1/400; f32; -0,3 eV)
En la Península Ibérica tenemos dos especies de ranitas muy similares: la ranita meridional (Hyla meridionalis), protagonista de esta entrada, y la ranita de San Antonio (Hyla arborea), diferenciándose principalmente por la extensión del negro sobre su verde cuerpo. A veces su identificación se complica, ya que parece demostrado que se producen frecuentes casos de hibridación entre ellas. Podéis leer un interesante artículo sobre este tema en http://www.euskomedia.org/PDFAnlt/munibe/2004140145.pdf, donde aparecen también imágenes de los ejemplares híbridos.
Nikon D300 + Tamron 90mm f2.8 + flash anular (ISO 200; 1/250; f32; +0,3 eV)
Siempre me ha resultado muy curiosa la utilidad de algunas especies como barómetros naturales, ayudando al hombre a predecir los cambios meteorológicos con asombrosa exactitud. Entre ellas se encuentran precisamente las ranas del género Hyla y también otros seres más extraños, como las sanguijuelas (dicen que son las más fiables y sensibles) o misgurno o pez barómetro (Misgurnus anguillicaudatus), pariente asiático de nuestras colmillejas, y que por desgracia se ha incorporado recientemente a nuestra extensa lista de ictiofauna alóctona.
Misgurno, dojo o pez barómetro (Misgurnus anguillicuadatus).
Las primeras citas de esta especie alóctona procedente de Asia se han producido en el Delta del Ebro
Nikon D300 + Tamron 90mm f2.8 + flash anular (ISO 200; 1/400; f32;- 0,3 eV)
A partir de la detenida observación del comportamiento de estas especies pueden interpretarse determinados cambios meteorológicos venideros asociados a las variaciones de la presión atmosférica, como la llegada de las lluvias, de las borrascas o de los anticiclones.
Hay documentos que demuestran que ya en el siglo XVIII en Francia, Suiza o Alemania era bastante popular tener algunos de estos “barómetros vivientes” en los hogares y se vendían dentro de vasijas de cristal acompañados de un detallado manual de instrucciones. Las ranitas del género Hyla se colocaban en un recipiente con abundante agua y un poco de tierra sobre la que se apoyaba una rama o una pequeña escalera. Cuando la rana presentía la llegada de lluvias se quedaba en el fondo de la vasija nadando inquieta en el agua.... pero si las lluvias iban a ser persistentes permanecía en el agua quieta sin nadar. Al avecinarse tiempo seco y soleado, la rana ascendía progresivamente por la escalera, subiendo más alto cuanto mejor eran las condiciones previstas. En los “modelos” más sofisticados, los peldaños de la escalera llegaban a estar calibrados de tal modo que indicaban las diferentes situaciones meteorológicas (“lluvia”, “tormenta”, “variable”, “bueno” y “muy bueno”).
Antigua litografía inspirada en el barómetro de la rana (Francia, 1910)
He encontrado también una referencia del uso de este barómetro en Estados Unidos que data de 1876, en una noticia publicada en un periódico de Oregón.
Página de" The Daily Astorian", del 10 de mayo de 1876 (la noticia aparece abajo a la izquierda), periódico de la ciudad de Astoria (Oregón). Curiosamente también se trata de un barómetro en el que se empleaba una ranita del género Hyla (quizás Hyla regilla, que es la que habita en esta zona la costa del Pacífico)
Nikon D300 + Tamron 90mm f2.8 + flash anular (ISO 200; 1/250; f32; +0,3 eV)
La verdad es que las ranas siempre han sido muy valiosas para realizar predicciones.....incluso para esclarecer situaciones muy delicadas, como la famosa “prueba de la rana”, utilizada hasta hace bien poco como uno de los test de embarazo más fiables. Las hormonas presentes en orina de las mujeres embrazadas, inyectada bajo la piel de las ranas, desencadenaba en ellas la ovulación. Por tanto, si la rana comenzaba a producir huevos, se confirmaba el embarazo.
En fin, los barómetros de pared y el Predictor......arruinaron la prometedora carrera profesional de las ranas!
Puesto que las ranitas se encuentran protegidas, os podéis fabricar un barómetro similar siguiendo estas sencillas instrucciones:
"Esta ranita de papel sube y baja la escalera como si fuese de verdad. Te dirá el tiempo que hace. Dobla una pequeña lengüeta de metal de 6 cm. de largo en forma de U. Haz dos agujeros para poder colocar una aguja que gire fácilmente. Pasa la aguja por una llama para hacerla áspera y fija ahí la rana, recortada de papel verde, con un alambre delgado. En un bote de 10 cm. de alto pega la banda de metal en medio de la pared interna y al lado una escalera recortada en cartón. Alrededor de la aguja lía varias vueltas de un hilo con un pequeño peso de lastre. En un trozo de goma, pega un disco de cartón. Pasa el otro extremo del hilo por un agujero hecho en el centro del disco de cartón. Extiende la goma en la abertura de la vasija y ciérrala herméticamente. El hilo estará tenso. Cuando hace buen tiempo la presión atmosférica aumenta y empuja la goma hacia el interior del bote, lo que hace saltar la rana sobre la escalera. Cuando hace mal tiempo y la presión atmosférica baja, la presión del aire disminuye sobre la goma que cierra el bote, y la rana desciende la escalera".
Aunque, en los tiempos que corren, quizás os interese más una moderna rana barómetro que se enchufa directamente al puerto USB del ordenador!