lunes, 22 de diciembre de 2008

Los días de Alcyone


La denominación en latín del género del Martín Pescador (Alcedo) tiene su origen en un personaje de la mitología griega llamado Alcyone, la Diosa de las Tormentas, cuya vida estuvo fatalmente marcada por la muerte de su marido. Los Dioses, compadeciéndose de su dolor, decidieron convertir a Alcyone en un Martín pescador. Mientras intentaba reconstruir la historia de Alcyone he descubierto con asombro que existen varias versiones de los hechos, algunas curiosamente contradictorias. Las leyendas mitológicas tienen ese especial encanto de no poder saber si son realmente ciertas (¿alguien lo duda?), así que la versión que me parece más “creíble” es la que os cuento a continuación.

Alcyone (también llamada Alción o Halcyon) era hija de Eolo, el Dios de los Vientos y estaba casada con Ceix, Rey de Trachis (Thessaly, en la Grecia actual). Ceix, necesitado de realizar una consulta al Oráculo de Apolo tuvo que viajar a Delfos navegando con su barco a través del mar Mediterráneo, ya que en aquellos tiempos eran muy frecuentes los ataques de los bandidos y no era aconsejable realizar el viaje por tierra. Alcyone, asustada por los malos presagios que había tenido sobre el viaje de su marido, intentó convencerle por todos los medios que desistiera de hacerlo o que al menos le permitiese ir en su compañía. Ceis no accedió a las súplicas de Alcyone y emprendió el viaje en solitario. Al poco de partir, una inesperada y brutal tormenta hizo naufragar su barco y murió ahogado, confirmándose así los temores de Alcyone.
Morfeo se encargó de comunicarle a Alcyone el trágico final de su marido haciéndole ver en sus sueños la tragedia ocurrida y, al despertar, corrió desesperada a la costa en busca de Ceis, al que encontró muerto entre los restos del naufragio. Apesadumbrada por la pérdida de su amado, decidió suicidarse arrojándose a las aguas del mar. Este gesto de amor desmedido y desgarrador logró conmover a los Dioses, que se apiadaron del infortunio de los amantes. Fue entonces cuando decidieron convertir a Alcyone y a Ceis en una pareja de Martines pescadores, regresando de nuevo al mundo de los vivos convertidos en aves de gran belleza.
Pero los Dioses arreglaron el problema a medias: al contrario que las demás aves, Alcyone debía incubar sus huevos en invierno, en un nido construido en la orilla de la playa, muy cerca del lugar donde encontró a Ceis. Las tormentas y tempestades del invierno asolaban las playas con sus grandes olas y provocaban que cada año perdiese sus huevos o sus pollos. Abatida por tanto infortunio, volvió a suplicar ayuda a los Dioses para poder criar felizmente a su descendencia. Zeus se compadeció de Alcyone y decidió concederle 14 días de calma en pleno invierno, que serían suficientes para poder incubar sus huevos con tranquilidad.
Desde entonces se conocen como “los días de Alcyone” a los siete días previos y posteriores al solsticio de invierno (el 21 de diciembre), en los que el viento y los mares permanecen en completa calma. Aunque es una expresión poco utilizada coloquialmente, se suele citar para hacer referencia a la llegada de un período de paz y felicidad, y pese a que en su origen no tenía relación alguna, actualmente los días de Alcyone coinciden con la celebración de la Navidad.

Otra de las versiones cuenta que Alcyone y Ceis presumían vanidosamente de su amor, proclamando que era aún mayor que el que se profesaban Zeus y Hera, provocando con ello la ira de los Dioses. En venganza por semejante afrenta, dicen que Zeus lanzó el rayo que hundió el barco de Ceis. Después, convirtió a Alcyone en Martín pescador y a Ceis en Alcatraz (menudo castigo, una pareja imposible...como la del elefante y la hormiga!). Lo que si queda claro es que los Dioses de la fecunda mitología griega tenían mucho temperamento pero pocos conocimientos de biología. Los días de Alcyone no dejan de ser un apaño para enmendar un tremendo error, ya que es todo un castigo divino hacer a un ave criar en pleno invierno. Los Martines pescadores tampoco hacen sus nidos en las playas ni tienen una especial vinculación con los hábitats costeros....quizás la leyenda los confundió con gaviotas o charranes. En fin, las leyendas son así, es mejor no interpretarlas si con ello pierden su encanto.......y también conviene no llevar la contraria a los Dioses, por lo que pueda pasar!

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Cormorán al atardecer



Cormorán secando sus plumaje aprovechando los últimos rayos del día a orillas del Río Guadiana.

viernes, 19 de diciembre de 2008

LLamadores de Vejer


Para fotografiar los pájaros que adornan estos llamadores obviamente no he necesitado esconderme en el chajurdo, pero me apetecía subir la imagen. Está tomada en el casco histórico de Vejer de la Frontera (Cádiz), uno de los pueblos con mayor encanto de la costa andaluza.

lunes, 15 de diciembre de 2008

La determinación del sexo y la edad en el Abejaruco común


La determinación del sexo

En la bibliografía clásica se asume que el dimorfismo sexual en el Abejaruco común (Merops apiaster) es poco patente y que se restringe principalmente a matices y tonalidades en el colorido del plumaje. Dichas diferencias se concretan, a grandes rasgos, en tonos más verdosos y pálidos para las hembras que para los machos. Las diferencias biométricas, con valores sensiblemente superiores para los machos (al menos para la longitud de ala, pico tarso y cola), no permiten distinguir ambos sexos en campo.

Si bien la determinación de los sexos resulta complicada y casi imposible a simple vista, el acercamiento que permiten los objetivos fotográficos y la definición y nitidez de las imágenes obtenidas, hacen posible en muchas ocasiones saber si se trata de machos o hembras. Para el fotógrafo de Naturaleza, las posibilidades para diferenciar el sexo del Abejaruco común están condicionadas en gran medida por las partes del ave que estén visibles en la imagen final.


De este modo, la determinación del sexo será más factible si se dispone de imágenes de las aves de perfil con el ala plegada o con el ala extendida, o bien de espaldas mostrando una o las dos alas extendidas. En ocasiones las imágenes de aves en vuelo también permiten una identificación con éxito.

Para la determinación de machos y hembras, las principales diferencias se encuentran en el color las grandes cobertoras del ala (la primera fila de plumas que se disponen por encima de las secundarias) y de las cobertoras medianas (las filas de plumas que se sitúan por encima de las grandes cobertoras).

Los machos presentan la parte externa de las grandes cobertoras de color castaño rojizo uniforme, así como las cobertoras medianas, que son de idéntico color. Con el ala plegada, se aprecia una amplia franja de color castaño, sin presencia de plumas verdes. (Figura 1).


Figura 1. Macho de Abejaruco común. Detalle de las grandes cobertoras mostrando sus bordes de color marrón castaño (a) y las cobertoras medianas del mismo color (b)

En el caso de las hembras, la parte externa de las grandes cobertoras es de castaño pálido pero con el borde externo de color verde azulado. Las cobertoras medianas presentan una mezcla de plumas verdes y marrones. Con el ala plegada, se aprecia una franja de color verdoso de intensidad variable o con mezcla de verde y castaño. (Figura 2).


Figura 2. Hembra de Abejaruco común. Detalle de las grandes cobertoras mostrando sus bordes de color verde azulado (a) y la mezcla de plumas verdes y marrones en las cobertoras medianas (b).



Figura 3. Macho y hembra de Abejaruco común. La hembra (a la izquierda) muestra una mezcla de plumas verdes y marrones en el ala plegada. El macho (derecha) muestra claramente una franja marrón castaño que se extiende por gran parte del ala.

Aunque existe una cierta variabilidad en los caracteres anteriormente descritos e incluso individuos cuyo sexo no se puede determinar con facilidad, se asume que los machos muestran alas con un predominio de color castaño, mientras que en las hembras el castaño siempre aparece mezclado con verde en una proporción variable (desde una amplia franja o restringido sólo al borde de algunas plumas).

Determinación de la edad

A partir de la primera quincena de junio ya pueden empezar a verse los primeros jóvenes de Abejaruco común volando fuera de las colonias.

Las características más distintivas de los ejemplares jóvenes son las siguientes (Figura 4):

• ojo pardusco (rojo muy apagado)
• nuca y dorso de color verdoso
• cobertoras del ala verdosas
• rectrices centrales de la cola con la elongación de las puntas poco o nada desarrollada.

Figura 4. Abejaruco común (joven). Detalles mostrando ojo pardo (a), dorso verdoso (b) y cola sin elongación en las plumas centrales (c).

Los adultos presentan las siguientes características (Figura 5):

• ojo rojo brillante
• cabeza, nuca y dorso de color pardo
• rectrices centrales de la cola con elongación de las puntas muy desarrollada.


Figura 5 . Abejaruco común (adulto). Detalles mostrando ojo rojo (a), dorso pardo (b) y cola con marcada elongación en las plumas centrales (c).

domingo, 7 de diciembre de 2008

Garza real al amanecer


El año pasado por estas mismas fechas conseguí esta imagen de una Garza real, justo en el momento en el que la niebla del río comienzaba a disiparse antes de la salida del sol. Tomada en el Río Guadiana, aguas abajo del azud.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Escenas de pesca del Archibebe claro



Estas son varias imágenes del Archibebe claro (Tringa nebularia) pescando en las marismas de Isla Cristina (Huelva), justo en el momento en el que la marea empezaba a bajar. Hay más información en "El Archibebe pescador"










Enlace a las imágenes del Archibebe claro en Fotonatura (1)

Enlace a las imágenes del Archibebe claro en Fotronatura (2)

También vienen de Francia!


Después de ver que la Gaviota sombría que llevaba el emisor satélite hacía desplazamientos desde Badajoz hasta las Vegas Altas del Guadiana, puse más atención en mis salidas por los regadíos para intentar encontrar aves con anillas de PVC. Y volví a tener suerte! El primer bando que localicé (de unas 30 gaviotas) se levantó al paso de mi coche, pero de las dos que permanecieron posadas, una llevaba una anilla. Se quedó tan cerca que con el 600mm y el duplicador (1,4x) pude leer la combinación y también la anilla de aluminio. En este caso, se trata de una Gaviota sombría anillada en la costa de Francia. Las anillas de PVC francesas son rojas con los códigos en amarillo, llevando tres números y una letra. La lectura era 664N.
Ya he enviado los datos al coordinador (Phillipe Dubois), así que en breve podré contaros algo más de esta joven Gaviota. La localidad de observación fue Palazuelo (Badajoz).

viernes, 28 de noviembre de 2008

¿De dónde vienen las Gaviotas sombrías?


Hay veces que el azar consigue que una salida al campo se convierta en una manera más de aprender algo nuevo sobre las especies que fotografiamos. A finales de octubre, en una de mis habituales jornadas en tramo urbano Río Guadiana a su paso por Badajoz, me encontré una Gaviota sombría que portaba un emisor satélite en la espalda, además de una anilla de PVC y otra metálica. La Gaviota se acercó lo suficiente como para fotografiarla desde el hide y poder leer la anilla de PVC, lo que me permitió seguir la pista de este ejemplar. Me sorprendió mucho que una especie tan común como esta fuese objeto de seguimiento por satélite, ya que este método suele ser bastante costoso (más de 5.000 euros por ejemplar) y además imaginaba que quedaban pocas incógnitas sobre sus movimientos migratorios.

Actualmente su taxonomía es un verdadero lío, admitiéndose tres subespecies: L. fuscus fuscus, L. fuscus graellsii y L. fuscus intemedius. Al primera es rara de ver en nuestras latitudes, mientras que la L. f. garellsii integraría el grueso de la población invernante, siendo además la subespecie nidificante en el norte peninsular. Para complicar más el asunto, la subespecie que cría en el Delta del Ebro es L. f. intermedius. Algunos autores elevan estas diferencias al rango de especie.

El anillamiento y el marcaje intensivo con anillas de PVC en las ultimas décadas ha permitido conocer el origen de las Gaviotas sombrías que invernan a la península ibérica, que proceden principalmente de Gran Bretaña, Francia, Holanda, Bélgica, Suecia, Noruega, Finlandia, Irlanda e incluso Islandia, países en los que existen importantes colonias en zonas costeras e islas de los mares Atlántico y Báltico. En su reciente expansión hacia el sur, esta especie conquistó también las costas ibéricas en la década de los 70, existiendo actualmente colonias estables en Galicia (Islas Sisargas y Cíes), Asturias, Cantabria País Vasco y Delta del Ebro, que superan conjuntamente las 500 parejas.


Volviendo al ejemplar de la imagen, una vez que identifiqué el código de la anilla de PVC hice algunas búsquedas en internet y sorprendentemente encontré todos los datos de su origen. Se trata de un ave capturada el año pasado en Vlieland (Holanda), una de las Islas Frisas que rodean la costa de Holanda, auténticos paraísos para las aves. En el proyecto se marcaron 15 aves adultas con PVC y además se les colocó en la espalda un emisor satélite alimentado con energía solar, que durante 3 años aportará información periódica sobre sus desplazamientos. Contacté también con el coordinador del proyecto, que me facilitó un enlace en el que se podían consultar todos los movimientos de cada una de las aves que llevan los emisores. Y aquí es donde empecé a alucinar! El enlace te permite ver directamente en Google Maps todos los registros de las aves sobre el terreno y ampliando el mapa con el zoom es posible ver con todo detalle las zonas nidificación, alimentación y los dormideros.
En el caso de mi Gaviota, cuya anilla era M.AFT, lleva dos años invernando en Extremadura. Su viaje comienza en Holanda y después cruza el Mar del Norte hasta llegar a Gran Bretaña, descansando entre julio y octubre en unas zonas húmedas de interior, en las inmediaciones del rio Aire, cerca de Leeds (a unos 100 km de la costa este). Después sigue rumbo al sur, volando sobre la Bretaña francesa, casi sin escalas, para cruzar de nuevo el Atlántico hasta llegar a las costa de Asturias (Llanes, Gijón) y Cantabria (Santander). Su viaje prosigue internándose tierra adentro, pasando por León y Zamora hasta llegar a Badajoz, donde permanece el resto del invierno. Tanto en 2007 como en lo que llevamos de 2008, su ruta prácticamente ha sido la misma. Como en Extremadura pasan casi 6 meses (desde octubre a marzo), se acumulan las citas con el satélite y ha sido muy interesante conocer su comportamiento dentro de la región. Siempre pensé, equivocadamente, que las Gaviotas conformaban poblaciones invernantes bastante estables y que no hacían grandes desplazamientos dentro de sus territorios. El satélite ha demostrado que esto no es así y que durante el invierno pueden desplazarse hasta otras comarcas de la región, cambiando de comederos y de dormideros a lo largo de las Vegas del Guadiana y adentrándose también hasta embalses ubicados en medio de grandes extensiones de dehesa. Las rutas marcadas por el satélite también confirmaban la rutina habitual de las aves que invernan en las inmediaciones de Badajoz, que se alimentan habitualmente en el basurero (bueno, en el Centro de Transformación de Residuos Sólidos Urbanos) y se desplazan luego a dormir a la cercana localidad de Campomaior, en Portugal, donde un embalse acoge a más de 4.000 gaviotas sombrías. La verdad, ha sido una satisfacción poder conocer todo esto a partir de una simple foto!
El enlace donde podéis ver los desplazamientos de las 15 Gaviotas sombrías con satélite es el siguiente:
http://www.sovon.nl/default.asp?id=408
Tenéis que pinchar en cualquiera de las anillas, justo debajo de la foto de la Gaviota sombría, donde pone “Kleine Mantelmeeuw” (la página está en un holandés impecable, pero los mapas son universales).



Os adelanto que me dio por ver las rutas que habían seguido el resto de Gaviotas marcadas, más que nada por saber si había alguna más en Extremadura y de nuevo me llevé una sorpresa. Pese a ser aves adultas anilladas todas en la misma colonia, el comportamiento migratorio de este grupo de aves no sigue un patrón común. Unas, como M.ATF, llegaron hasta Extremadura atravesando la península, otras se quedaron en las costas de sur y este de Gran Bretaña, otras siguieron la costa atlántica sin adentrarse lo más mínimo al interior, permaneciendo en la Bretaña francesa o en las costas cantábricas. Las hubo que se fueron a las inmediaciones de Madrid, mientras que otras costearon desde Holanda hasta llegar al centro y sur Portugal, o bajaron más hasta alcanzar Ayamonte, Huelva, Cádiz o Málaga. Una incluso cruzó el estrecho y siguió la costa de Marruecos hasta el sur de Rabat. Un comportamiento ciertamente curioso, que demuestra la capacidad de esta especie para buscar alternativas en sus migraciones, explorando diferentes rutas. Quizás su actual éxito radique en aspectos como este. En Extremadura, como en otras regiones de interior peninsular, su presencia en los 70-80 era casi esporádica, pero fue aumentando progresivamente, favorecida por los grandes embalses, los regadíos y la alta disponibilidad de alimento en los basureros. El censo regional de Gaviotas sombrías invernantes debe rozar ya las 30.000 aves.

Y por último, información práctica!. Para descubrir todo esto entré en la página web de EURING, que son los responsables de coordinar todos los anillamientos en Europa (http://www.euring.org), donde mantienen actualizada una interesante sección dedicada a las aves marcadas con anillas de colores (http://www.cr-birding.be/). En ella podéis encontrar una lista con todas las especies de aves que actualmente disponen de algún tipo de seguimiento mediante marcaje con PVC, ordenado por familias (actualmente incluyen un total de 55 familias), donde se pueden consultar las marcas utilizadas y averiguar el origen del ave e incluso contactar con el anillador o el responsable del proyecto. No existe el mismo grado de información todas las especies, pero para algunas disponen prácticamente de todas las posibilidades para llegar a averiguar dónde y quién la anilló o incluso obtener los historiales con todos los avistamientos de un ejemplar concreto. En el caso de las Gaviotas sombrías, se accede cómodamente a la información a partir de los diferentes colores de las anillas (amarillas, rojas, verdes...) y después te van presentando todas las opciones posibles (con letras, con números, con dos, tres o cuatro códigos, anillas sin códigos....), aportando finalmente el lugar de anillamiento, la web del anillador o su correo electrónico.
Para los amigos de las Gaviotas, hay una web española muy interesante que me encontré casualmente mientras recopilaba información para escribir este comentario y que está dedicada sólo a los marcajes de estas especies (incluye además un montón de enlaces!):
http://gaviotasyanillas.blogspot.com/2007_10_21_archive.html

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La garcilla viajera


Estamos ya tan acostumbrados a ver las Garcillas bueyeras en nuestros campos, perfectamente adaptadas a los hábitats agrícolas y ganaderos, que cuesta trabajo creer que no llevan tanto tiempo con nosotros...parece que han estado siempre aquí. En realidad se trata de una especie de origen indoafricano, procedente de Asia meridional y el norte y centro de África, regiones donde sus poblaciones alcanzan una extensa distribución. Desde allí se ha ido expandiendo a otras latitudes: primero a Europa y después a America y Australia, estando actualmente presente en todos los continentes a excepción de la Antártida.
El salto a Europa se produjo a través del sur España, donde las poblaciones del norte de África estaban lo suficientemente cerca como para colonizar este nuevo territorio con facilidad. En su primer avance encontraron perfecto acomodo en parajes como las marismas de Doñana o la Laguna de la Janda, en Cádiz (desecada en los años 60, un desastre ambiental sin precedentes!), donde disponían de hábitats muy similares a los africanos. El resto es fácil de imaginar: avanzaron siguiendo la costa atlántica para adentrarse en Portugal, la costa del mediterráneo para colonizar las marismas de Levante y remontaron los ríos Guadiana y Guadalquivir para avanzar hacia tierras del interior peninsular. Desde entonces ha ido ampliando progresivamente su área de distribución y también su población, estableciendo nuevas colonias cada vez más al norte y cruzando ampliamente los Pirineos.
Un ejemplo de su capacidad de expansión lo tenemos en Gran Bretaña, donde la primera llegada de Garcillas a sus costas se produjo hace 200 años (en el condado de Devon, allá por 1805), aunque no fue hasta los años 60 cuando estas observaciones comenzaron a ser más regulares y frecuentes, si bien rara vez se citaban más de 20 aves al año. Pero en la primavera de 2008, después de un invierno en el que numerosas Gracillas llegaron al suroeste del país, se han llevado una gran sorpresa al descubrir la primera pareja que ha nidificado con éxito en el Reino Unido, en Somerset. Este acontecimiento ha despertado gran expectación entre los miles de aficionados a la ornitología en ese país, que celebran tener una nueva especie nidificante en su territorio. De hecho, actualmente esta especie sigue estando dentro de la lista de rarezas. Y no es para menos: desde 1981 sólo han sido nueve las especies consideradas como nuevas reproductoras en este país, entre las que también se encuentran la Grulla común, el Correlimos pectoral, la Garceta común (en 1996) o el Somormujo cuellirojo.

Pero aún más sorprendente ha sido su asombrosa capacidad para cruzar el Atlántico y alcanzar América del Sur, toda una proeza para una especie que no está especialmente dotada para realizar grandes desplazamientos sobre el mar, teniendo en cuenta además que es un viaje con pocas probabilidades de hacer escalas o para parar a reponer fuerzas. Se piensa que para conseguirlo contaron con la ayuda de algún fenómeno meteorológico que facilitó el desplazamiento hasta la otra orilla del Atlántico....pero debió ser un auténtico ciclón! La llegada de las primeras Garcillas se produjo en 1877 a Suriname y Guyana (entre Brasil y Venezuela) y su reproducción se constató a partir de 1930. Fue cuestión de tiempo que comenzasen a expandirse hacia el norte, llegando a Florida en 1941 y en menos de 20 años ya estaban nidificando en Canadá. Hay inexplicables citas de Garcillas bueyeras en medio de mares y océanos, en islas remotas y en los hábitats más extremos, incluso en ambientes polares. La verdad es que nada nos debe sorprender de esta especie tan viajera, para la que han sido confirmados desplazamientos de más de 5.000 km a través de recuperaciones de aves anilladas.
Para que luego digan que es una ave corriente!

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Carril lento


Es curioso el comportamiento de los caracoles para adaptarse con éxito a las condiciones ambientales. A lo largo del ciclo anual deben pasar por dos momentos de letargo, uno en invierno para protegerse de las frías temperaturas y de las heladas (hibernación) y otro en verano para evitar los meses de más calor (estivación). Esto les permite estar activos únicamente cuando las condiciones son favorables (suficiente humedad, temperatura óptima y disponibilidad de alimento), coincidiendo principalmente con la primavera y el otoño.
Los ejemplares de la imagen se encuentran en estado de estivación, momento en el que segregan un tapón o epifragma mucoso o calcáreo que sella el interior de concha y que los aísla por completo de los calores del verano. Este período puede durar hasta 4 meses, pero puede acortarse o no producirse si el estiaje no es muy acusado. Mientras dura la estivación reducen al mínimo su metabolismo y pueden utilizar las reservas de glucógeno que almacenan en el hepatopáncreas. Además, estos períodos de latencia parecen desempeñar una importante función en el desarrollo de los órganos sexuales y de las funciones reproductoras.

En el caso de esta especie, durante la estivación forman grandes agregaciones de ejemplares, concentrándose en gran número sobre los tallos de determinadas plantas, en busca de situaciones microclimáticas más favorables y también para evitar los predadores del suelo. Puesto que es una especie comestible, este comportamiento le cuesta caro, ya que facilita su recolección por parte del hombre. No le ha dado tiempo a evolucionar en ese sentido......
Algunas especies muestran un cierto comportamiento territorial denominado “homing”, de tal modo que después de la actividad diaria vuelven al mismo lugar a pasar la noche, o lo que es aún más llamativo, cuando se dispersan tras la hibernación o la estivación, retornan de nuevo al mismo lugar de partida, a la misma roca o al mismo tallo donde permanecieron varios meses “dormidos”. Es un hecho que me ha sorprendido bastante, ya que delata una extraordinaria capacidad para reconocer los elementos que integran territorio en el que viven, algo que me parecía impensable en estos invertebrados (aunque bien pensado, con lo despacio que se desplazan y con sus ojos situados en los extremos de los tentáculos.....deben ser unos increíbles exploradores y cartógrafos!). Estas habilidades para conocer el territorio están basadas en el olfato y el quimotactismo, aunque también debe concederse una cierta importancia a su capacidad de aprendizaje.
Lo más curioso es que estos caracoles se encontraban en una zona de pequeñas dunas, justo al borde del mar, en un hábitat que supuestamente no les resultaría muy favorable (extrema aridez, escasa vegetación, suelos arenosos, alta desecación por la concentración de sales y por los constantes vientos), pero donde eran asombrosamente abundantes. Seguramente su obligada dependendecia de las sales para la fabricación de las conchas sea un factor que les anime a adentrarse sin miedo en los hábitats costeros.
Creo que se trata de Cernuella virgata, pero si alguien lo puede confirmar, lo agradecería.

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A Pallas, el descubridor del Correlimos tridáctilo


Detrás de cada especie conocida siempre está su descubridor, alguien que ostenta el mérito de haberlo descrito por primera vez y que consiguió diferenciarlo taxonómicamente de las demás especies. Una labor impresionante, seguramente más complicada de lo que jamás podamos imaginar, especialmente si tenemos en cuenta que el mayor esfuerzo en la ordenación taxonómica de las especies comenzó a partir del siglo XVIII. En aquel entonces no había los medios que tenemos ahora, ni prismáticos Leica, ni pruebas de ADN, ni era posible acceder a grandes fondos bibliográficos de consulta, ni contrastar las dudas con otros colegas a través de correo electrónico. En muchos casos los especímenes que se colectaban no podían ser ni conservados, por lo que era de gran utilidad saber dibujar para quedar constancia de lo que se veía. Los científicos de aquella época eran verdaderos genios, sabios en muchas disciplinas, hombres de Ciencia y también campo, que no dudaban en embarcarse en expediciones de varios meses de duración privados de todo tipo de comodidades.
Uno de estos grandes investigadores fue Peter Simon Pallas (1741-1811), zoólogo y botánico alemán al que debemos el descubrimiento del Correlimos tridáctilo, y es por eso que siempre veremos su nombre científico escrito del siguiente modo: Calidis alba (Pallas, 1764), haciendo referencia a su descubridor y al año de descripción de la especie. No he conseguido averiguar si fue Pallas el que incluyó a esta especie dentro del género Calidris, ya que a lo largo de la historia este Correlimos también fue denominado Crocethia alba y Erolia alba. No obstante, ni con mucho fue esta su mayor aportación a la Ciencia.

Para que os hagáis una idea de las capacidades intelectuales de este científico, Pallas logró el doctorado con 19 años de edad (justo cuando los demás empiezan la Universidad) y a los 22 años ya había realizado varias publicaciones en las que describía varias especies nuevas para la Ciencia. Desarrolló su actividad científica principalmente en la Academia de Ciencias de San Petersburgo y su amistad con la zarina Catalina II de Rusia fue determinante en su carrera profesional, encomendándole la responsabilidad dirigir varias expediciones al interior de Rusia (incluyendo Siberia, los Urales, Mar Caspio, Mar Negro y Lago Baikal), prácticamente inexplorada en aquellos tiempos, con la intención de aportar nuevos conocimientos sobre astronomía, geología e historia natural, pero también sobre las razas humanas, sus lenguas, etnografía, religiones, tradiciones, etc. En este sentido, Pallas fue el primero en dar a conocer en occidente el Lamaísmo (religión derivada del Budismo que imperaba en el Tíbet y áreas colindantes), además de publicar una extensa monografía sobre el la vida de los Mongoles y ser un ferviente divulgador de los dialectos mongoles y caucásicos. En resumen, un prohombre con una grandiosa capacidad para descubrir, interpretar y ahondar el conocimiento de cualquier disciplina.
Centrándonos en sus hallazgos dentro de la historia natural, logró describir muchas especies de animales y plantas, incluyendo invertebrados de todo tipo, así como mamíferos (principalmente roedores), anfibios, reptiles o peces. Fue un gran estudioso de las aves y algunas llevan actualmente su nombre en reconocimiento su descubridor, como el Gato de Pallas (Otocolobus manul), Mosquitero de Pallas (Phylloscopus proregulus), Ganga de Pallas (Syrrhaptes paradoxus), Escribano de Pallas (Emberiza pallasi) o la Buscarla de Pallas (Locustella certhiola). También le debemos el descubrimiento de la Beluga o ballena blanca (Delphinapterus leucas) que habita en las aguas árticas. La trascendencia de sus investigaciones sobre los mamuts y rinocerontes extintos que quedaron fosilizados en los hielos del norte de Siberia le reportaron también mucha fama y a partir de ellos fue capaz de interpretar el origen y evolución de las formaciones montañosas. Quedaría incompleto este repaso por su obra sin citar sus aportaciones a la flora (como “Flora Rossica”, el primer gran inventario de la vegetación de Rusia) o incluso a la mineralogía (hay un mineral compuesto de níquel, hierro y olivino que lleva su nombre, la Pallasita, que suena un poco raro, y que procede de meteoritos caídos en nuestro planeta).

Descubrí casualmente la biografía y los logros de este eminente científico después de ver una foto en la galería de nuestro compañero Mario Suárez Porras, que me despertó la curiosidad y quise averiguar por qué razón al Correlimos tridáctilo la bautizaron como Calidris alba. Con esta denominación se le otorgaba una gran importancia descriptiva a su plumaje blanco, que en realidad es una característica temporal que muestra sólo en invierno, puesto que en verano su colorido es bastante más vistoso, luciendo tonos ocres y pardos. Y en parte tendría su lógica, pues en las zonas donde Pallas o sus colegas pudieron ver este ave serían áreas de paso o invernada, donde la mayoría de los ejemplares lucirían su plumaje blanco y gris tan característico, merecedor del apelativo “alba”….. mientras que sería en sus zonas de cría en áreas árticas y circumpolares (Islandia, Groenlandia, Islas Spizbergen) donde exhibiría su plumaje más colorido...... y lo de “alba” le pegaría menos.

Me encanta fantasear e imaginarme al amigo Pallas, escribiendo sin parar sus notas de campo y dibujando a plumilla todas las especies encontradas en cada dura jornada de campo, a la luz de candiles, a no sé cuantos grados bajo cero en tierras siberianas, lleno de satisfacción por cada descubrimiento. También pienso a lo que se dedican ahora muchos Doctores, con todos los medios y recursos a su disposición.

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Un horizonte imposible


Durante mis vacaciones he podido hacer muchas fotos a las aves de las marismas, un hábitat que para un fotógrafo de tierra adentro y de agua dulce, es una experiencia apasionante. Sin duda, los Chorlitejos grandes han sido las aves más colaboradoras con la causa y las que más se han dejado fotografiar en todo momento, y les daba lo mismo que se me viese media pierna por debajo de la red de camuflaje o que estornudase sonoramente cuando los tenía a pocos metros de distancia, que ellos no se asustaban de nada. Conseguí un montón de primeros planos, escenas capturando lombrices, aterrizajes, despegues, estiramientos, baños y acicalamientos. Después de verlas todas, una de las que más me ha gustado ha sido ésta, en la que el Chorlitejo está de espaldas y el fondo adquiere tanto protagonismo como el personaje.
Al vaciarse la marisma permanecía una pequeña laguna de poco más de 25 m de largo y 8 m de ancho, donde terminaban concentrándose todas las aves. Podías hacer fotos con la arena (limo o barro) tras las aves, aunque resultaba muy complicado desenfocar ese fondo ya que no había distancia suficiente y porque no pude colocar la cámara a ras de suelo como me hubiese gustado (el barrizal de la marisma lo complica mucho y también el efecto de las mareas, que te obligarían a tumbarte en inicialmente en el agua para poder quedar en medio del barro cuando bajase el nivel). Así que los fondos más bonitos se conseguían aprovechando el agua de esta pequeña laguna. A lo largo de su perímetro el fondo cambiaba en función de la posición de sol y de la vegetación que se reflejaba sobre el agua, ofreciendo múltiples posibilidades. También había que estar muy pendientes de los momentos en los que soplaba algo de viento, ya que se producían curiosas formas sobre la superficie del agua que cambiaban por completo los resultados de las imágenes.
Como cabría esperar, el tramo de la laguna que cumplía mejor estas condiciones se encontraba en un extremo de ésta, en una franja de poco más de 2 metros (y no en frente, como sería lo deseable) obligándote a girar la cámara a tope y también el ya maltrecho cuello del fotógrafo. Claro, lo fácil hubiese cambiar la posición de la silla, pero se encontraba casi dos cuartas hundida en el barro y era imposible moverla!. No obstante, el excesivo estiramiento y torsión de las vértebras cervicales necesarios para conseguir fotografiar al ave, especialmente cuando no has hecho previamente ejercicios de calentamiento, provoca que se disloquen. Llegado este momento (que se reconoce fácilmente al escucharse ese típico sonido a hueso tronchado.... y por el terrorífico gemido de dolor del afectado, que nunca suele ser muy audible para no espantar a las aves.... ¡qué estamos a lo que estamos!), la cabeza gira libremente, bueno, digamos que sin control, como si fuese la de una marioneta, facilitando mucho las posibilidades de movimiento y permitiendo hacer fotos desde cualquier ángulo, por obtuso o agudo que sea. Eso sí, una vez en casa uno debe aplicarse en el cuello Reflex a granel sin compasión y si la cabeza sigue sin sostenerse adecuadamente sobre los hombros, conviene acercarse a Urgencias antes de que se convierta en un padecimiento crónico.
Bromas a parte, la conclusión a la que llegué después de estas jornadas es que siempre merece la pena esforzarse en buscar fondos adecuados que nos permitan conseguir composiciones diferentes. Y en esto es crucial estar bien colocados, valorando la distancia al fondo, las posibilidades cromáticas, los reflejos o como van a ir cambiando las condiciones mientras dure la sesión (por ejemplo, desde que amanece hasta que el sol esta en lo alto, vamos a tener un montón de situaciones diferentes). Además se pueden presentar buenas oportunidades para primeros planos, pero no son siempre la mejor o la única opción.
Después de hacer muchas fotos esa mañana, me centré en esperar a que la aves atravesasen ese tramo de 2 m en los que los reflejos sobre el agua eran más atractivos y me olvidé de el resto de posibilidades.

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El Archibebe pescador


El Archibebe claro (Tringa nebularia) es una de las especies que podemos ver ahora con relativa facilidad durante el paso migratorio y en algunas áreas también puede permanecer como invernante. Es fácilmente identificable por su plumaje grisáceo, muy blanco por abajo, patas verdosas, muy largas y delgadas, y en vuelo muestra una distintiva cuña blanca que se extiende desde la cola hasta casi la nuca. Otro rasgo inconfundible es su pico, que está visiblemente curvado hacia arriba, siendo muy pocos los limícolas con esta característica (es más frecuente el pico curvado hacia abjo).
Pero hay una peculiaridad que lo hace distinto al resto de Archibebes y a la mayoría de los limícolas: su habilidad para pescar. Podemos verlo comportándose como sus congéneres, recorriendo ágilmente las orillas introduciendo insistentemente el pico en la arena o el barro en busca de invertebrados, pero cuando se dan las condiciones apropiadas, desarrolla un comportamiento muy especializado que evidencia su habilidad para la captura de peces. Cuando encuentra zonas de aguas someras, donde le resulta más fácil pescar, comienza a correr velozmente mientras mantiene el pico abierto y parcialmente sumergido en el agua, con el cuello completamente estirado, cambiando varias veces de dirección e incluso girando sobre sí mismo describiendo círculos. De este modo tan hábil consigue atrapar los peces, recordando mucho a los movimientos de una Espátula o de una Avoceta. Se me ocurre que quizás ese pico curvado hacia arriba tenga que ver con su capacidad para pescar...quién sabe..., pero desde luego no ha evolucionado hasta tener esa forma por motivos estéticos!

Este comportamiento es sin duda es un rasgo muy útil y fiable para su identificación en el campo y siempre que observemos un esbelto limícola de plumaje grisáceo corriendo velozmente por el agua, hay muchas posibilidades de que se trate del Archibebe claro.

La imagen está tomada en las marismas de Isla Cristina (Huelva), donde observé durante dos días consecutivos a este Archibebe en el mismo lugar y con el mismo comportamiento y finalmente me decidí a hacerle un aguardo. Aparecía siempre cuando la marea empezaba a bajar, justo en el borde de la marisma, en un lugar donde en menos de 1 hora la lámina de agua desaparecía para convertirse en un mar de limo. Mientras se iba vaciando se mantenía un pequeño charco de escasa profundidad en el que se acumulaban centenares de pequeños peces. Cuando se disponía a pescar, el Archibebe se situaba en la zona más profunda del charco, empezando a correr con el pico abierto y semisumergido en dirección a las orillas, reduciendo así las posibilidades de huida de los peces. Era muy curioso verlo! A medida que avanzaba con su pico, el agua parecía “hervir” a su paso debido al intenso movimiento de los peces intentando escapar. En la imagen se aprecia este efecto alrededor del ave.

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B 19754


La técnica del “neoprening”, que describí detalladamente en la imagen anterior de mi galería, me ha dado una nueva sorpresa. La aproximación que consigues es una de sus principales ventajas, ya que meterte dentro de un hide en medio del agua te permite estar muy cerca de las aves. Tanto es así que al utilizar siempre la focal fija de 600mm para estas situaciones, en muchos casos no puedes hacer fotos por estar las aves a menos de 6m (que es la distancia mínima de enfoque) y entonces te tienes que dedicar a observarlas, que también es todo un placer. Eso fue lo que me pasó los días que fui a hacer las fotos que habéis visto del Calamón y el joven de Polla de agua.
En la última sesión, los pollos de los Calamones se quedaron a 20 cm del hide, y para entretenerme les sacaba el dedo por los huecos de la malla de camuflaje y se quedaban embobados mirándolo, parecían quedarse con ganas de arrearme un picotazo (menos mal que no lo hicieron!). En un momento dado, se acercaron también los adultos y se pusieron a cortar eneas con el pico para cebar a los pollos. Les puede haber hecho fotos con un gran angular y habrían sido tremendas! Pero cuál fue mi sorpresa cuando me fijé en que uno de los adultos, que estaba a menos de medio metro, llevaba una anilla en su pata!!!! Pude leer la numeración a simple vista…..pero tal y como me encontraba, con el agua casi a cuello, no llevaba nada para apuntar, así que esperé a que se alejase un poco y logré fotografiar la anilla…..!!!!B 19754!!!!
Comuniqué el hallazgo a la Oficina de Especies Migratorias del Ministerio de Medio Ambiente, facilitándome los datos de anillamiento y a partir de ahí me ha sido posible reconstruir una parte de la vida de este ejemplar.
El Calamón fue encontrado en febrero de 2006 por la Guardia Civil (en ningún caso se considera detención o arresto, ya que no había cargos en su contra) en el extremo este de los regadíos de las Vegas del Guadiana, entre las localidades de Obando (Badajoz) y Cañamero (Cáceres), en un estado muy débil y sin ningún daño aparente. Fue trasladado al Centro de Recuperación de Fauna “Los Hornos”, en Sierra de Fuentes (Cáceres), gestionado por la Junta de Extremadura, donde permaneció durante dos meses. Los cuidados que allí le dispensaron permitieron que se recuperara con gran rapidez y en marzo fue liberado con la anilla que ahora lleva en su pata. El lugar elegido para reintroducirlo fue la charca de La Zafra, aguas abajo del Embalse de Valdesalor (12 km al sur de Cáceres), donde existía un hábitat favorable para la especie. El caso es que no le debió gustar mucho sitio o se sentiría un poco solo sin sus congéneres y, dos años después, se desplazó casi 50 km al sur y terminó instalándose como reproductor en el Río Aljucén, en las inmediaciones de Mérida (donde conseguí esta imagen). Perfectamente reestablecido, este año ha criado tres hermosos pollos.
M hice ilusiones pensando que el Calamón podría haber sido anillado en Doñana, en los Aiguamolls, en el Delta de Ebro o algún otro sitio exótico, pero al final era una recuperación regional, lo que menos me esperaba. No obstante tiene su interés. Por una parte confirma la importante labor que desempeñan los Centros de Recuperación de Fauna, a veces muy cuestionados, que en este caso han demostrado su eficacia y necesidad. Y por otro, aporta un poco más de luz en el conocimiento de esta especie en la región, ya que siempre se ha pensado que el único núcleo reproductor era el existente en el Embalse de Arrocampo (en Almaraz, Cáceres) y las citas recopiladas en los últimos años en los ríos Ajucén y Guadiana a su paso por Mérida confirman que posiblemente tenga una distribución mayor que no ha sido detectada. De hecho, el lugar donde fue encontrado en las Vegas del Guadiana se encuentra a más de 75 km de los lugares de cría conocidos, lo que hace sospechar que los cursos fluviales que atraviesan estos regadíos pueden ser un hábitat potencial de cría y seguramente de dispersión, lugares que merecerá la pena prospectar en su busca en los momentos adecuados. Aunque los arroyos y desagües suelen tener cauces muy estrechos, siempre están densamente cubiertos de eneas. Si convertimos en hectáreas la superficie que ocupan (multiplicando la anchura del cauce por su longitud), estaríamos hablando en realidad de un hábitat muy extenso, un enorme humedal, cuya importancia pasa desapercibida por su carácter lineal. En los últimos años, estos arroyos completamente rodeados de la agricultura intensiva más radical, han aportado citas de interés como la nidificación de la Buscarla unicolor o el paso migratorio del Carricerín cejudo, entre otras, conseguidas gracias al esfuerzo de anilladores que se han preocupado de muestrear estos lugares tan duros de trabajar (fango, mosquitos, siempre con agua hasta el pecho, ni una sombra…..) en vez de hacerlo en cómodas y sombreadas riberas.

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A ras de los nenúfares


Siempre me dejado han impresionado las imágenes que se han subido en la web utilizando las técnicas del “hidrohide” y del “tumbing”, todas ellas con un atractivo muy especial y diferentes al resto. Al colocarnos a ras de agua o a ras de suelo cambiamos la perspectiva habitual de nuestras fotografías y se evita en mayor o menor medida el picado que suelen tener las tomas, ya que nos situamos completamente en paralelo y a la misma altura que el sujeto a fotografiar.
El hidrohide, al introducirse flotando en el hábitat acuático y estar perfectamente camuflado, sorprendentemente pasa desapercibido para las aves, quizás porque no se imaginan que ese sospechoso artefacto pueda suponer una amenaza para ellas. Esta isla flotante tiene además la ventaja de que se puede dirigir hacia donde se encuentran las aves. Las distintas modalidades de “tumbing” (dícese de hacer fotos tumbado literalmente en el suelo, sobre una colchoneta o similar y cubierto por las mallas) también hacen que el fotógrafo se integre mejor en el entorno, logrando que desaparezcan las formas verticales que lo delatan y ayudando a mejorar su ocultación. Por tanto, en ambos casos las ventajas son dobles: perspectivas más atractivas y mejores posibilidades de aproximación a las aves.
Después de mi primer encuentro con el Calamón he utilizado una técnica que no sé muy bien como denominarla, pero sería algo así como “neoprening”, por seguir con los términos anglosajones....que riman con todo....pero que también podríamos llamar “escondío en medio el agua”, que suena más ibérico. Consiste en introducirte en el agua hasta encontrar un lugar donde colocar el trípode y desde donde poder fotografiar lo que deseamos. El trípode quedaría casi completamente sumergido en el agua, como mucho hasta unos 20 cm de la rótula, hasta conseguir el efecto “a ras de agua”. Una vez colocado el trípode habría que montar a su alrededor una estructura de cañas formando un rectángulo o un cubo para sostener las mallas de camuflaje. En la modalidad más simple constaría de 4 cañas clavadas en el fondo del agua, una en cada esquina, y unidas en la parte superior por otras cañas a modo de travesaños, para darle más consistencia y evitar no se nos venga encima la malla y nos moleste al manipular la cámara. La parte visible de la estructura no debería superar 1 m sobre el nivel del agua. Una vez hecho esto, el fotógrafo tendría que vestirse con un vadeador de neopreno (de esos que usan los pescadores, que son como unas botas katiuscas que llegan casi hasta el pecho) o un traje de neopreno como los que llevan los surfistas, imprescindibles para pasar cómodamente varias horas en el agua y no terminar “agarbanzado”. Así vestidos, sólo quedaría introducirnos dentro del hide y taparnos bien con las mallas, habiendo previsto con anterioridad un asiento con la suficiente altura como para llegar bien a la cámara. En algunos casos se podría estar de rodillas (en aguas poco profundas) o incluso de píe, pero por experiencia propia no os lo recomiendo, especialmente si la sesión va a durar varias horas (la última vez que lo hice se me rompió la silla y terminé con unas agujetas terribles!).
Lo suyo es colocarse en aguas relativamente someras (poco más de 1 m de profundidad), metido al borde de la vegetación, justo donde conseguimos tener visibilidad sobre la lámina de agua y no nos molestan ramas, eneas o cualquier otro elemento.
Es importante tener cuidado a la hora de transportar la cámara y el teleobjetivo hasta el trípode y fijar el conjunto con mucho cuidado, asegurando que quede todo muy estable. Una vez dentro, hay que procurar que nos quede espacio para poder mover bien los brazos, ya que estarán en contacto más de una vez con el agua y debemos evitar mojar la cámara.
Aunque puede parecer muy arriesgado, es como estar sentado en una silla en medio del agua y con la parte que asoma (el pecho, la cabeza y la cámara) cubierta por una malla de camuflaje. Así de simple. Son de gran ayuda las bolsas estancas para guardar el duplicador, los anillos de extensión o los filtros que queramos tener a mano, pero hay que manipularlos con mucho cuidado una vez que se sacan de la bolsa...!qué estamos a ras de agua!.
Esta técnica puede resultar interesante cuando una densa orla de vegetación nos impide fotografiar las aves desde la orilla (de eneas, por ejemplo) o para adentrarnos en zonas no accesibles desde la orilla. También cuando con ello mejoramos la perspectiva “rasante” con respecto a la orilla. Lógicamente, siempre es preferible trabajar desde tierra firme, aunque sea tumbados, antes que arriesgar el equipo en el agua. Como se trabaja desde una posición fija, el “neoprening” es más eficaz cuando tenemos localizado un posadero o una zona de querencia de alguna especie.
En el caso de esta imagen, la orilla presentaba una franja muy densa de eneas que no permitían llegar hasta la zona donde la lámina de agua se cubría con una preciosa alfombra de nenúfares blancos y amarillos, donde habitualmente cruzaban calamones, pollas de agua, martinetes, avetrorillos o garcillas cangrejeras . Abrí un estrecho pasillo de unos 10 m hasta llegar justo donde terminaban las eneas y empezaban los nenúfares, permitiéndome tener una gran visibilidad sobre río.
Pasé una divertida mañana fotografiando varias especies, pero fue especialmente entretenido perseguir a los jovenzuelos de Polla de Agua mientras corrían sobre las hojas de los nenúfares, que se llevaron gran parte de las tarjetas.
Un saludo a todos y espero que os sea de utilidad el “neoprening”!!!!

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El Calamón y las lavadoras


En Extremadura el Calamón únicamente estaba citado como reproductor en el Embalse de Arrocampo (Cáceres), famoso por servir para refrigerar los reactores de la Central Nuclear de Almaraz, y donde se mantiene desde hace años una importante población que supera las 50 parejas. Fuera de este enclave los avistamientos solían ser ocasionales en la región y siempre fuera del período reproductor, generalmente de aves asociadas a los humedales y cultivos de las vegas del Guadiana o en el propio río. Pero el año pasado saltó la sorpresa y se confirmó por primera vez su reproducción en la provincia de Badajoz, observándose una pareja con pollos en el Río Aljucén, justo en su desembocadura en el Río Guadiana aguas abajo de Mérida.
Este año he tenido la oportunidad de ver y fotografiar a dos parejas de Calamones en este lugar, una de ellas con pollos volanderos y otra con pollos de pocos días. Nuestro compañero José Mª Benítez tiene controlada al menos otra pareja más en el tramo urbano del Guadiana a su paso por Mérida, también con pollos.

Es más que posible que el Calamón esté extendiendo su área de distribución en la región, tendencia ya observada en otras zonas peninsulares, aprovechando la disponibilidad de un hábitat favorable para nidificar y alimentarse, constituido especialmente por las grandes masas de eneas y carrizos. La escasa visibilidad que ofrece este tipo de vegetación por su densa cobertura y los discretos hábitos del Calamón, seguramente han debido condicionar que aún no haya sido detectado en algunos lugares potencialmente favorables.....así que habrá que estar atentos!

Se conoce popularmente como eneas o espadañas a las especies del género Typha (T. dominguensis, T. latifolia y T. angustifolia), cuya presencia es cada vez más dominante en nuestros ríos y en casi en cualquier zona húmeda. Esta creciente abundancia, al igual que otras muchas cosas en nuestro entrono, no es fruto del azar y tiene su justificación.
Hace unos años, me impactó algo que escuché en una charla en la que dos grandes botánicos extremeños (José Luis Pérez Chiscano y Miguel Ladero) hablaban de los valores naturales que se perderían con la construcción de la presa de Alqueva (Portugal), el más duro golpe asestado al Guadiana en los tiempos recientes. Recordaban que cuando ellos eran jóvenes, hace más de medio siglo de esto, las eneas eran plantas relativamente escasas en Extremadura (y supongo que en otras regiones ocurriría algo similar), con una distribución puntual asociada prácticamente a lagunas y aguas estancadas, pero rara vez presentes en los ríos. Ambos explicaban que la proliferación de estas especies estaba asociada a la llegada de las lavadoras a nuestra vida cotidiana y al uso generalizado de detergentes......, todo ello en detrimento de la tradicional pila y la pastilla de jabón. (“Hasta que la primera lavadora no llegó a mi pueblo....no vi yo una enea en el arroyo!”, decía Ladero). Los componentes del jabón eran fácilmente biodegradables, mientras que los nuevos detergentes sintéticos, que incluyen en su formulación los terribles polifosfatos de sodio, constituyen un agente contaminante de primer orden. Llevamos décadas vertiendo sin cesar a nuestros ríos toneladas de agua cargadas con fosfatos procedentes de los lavados domésticos e industriales, que han favorecido la proliferación de las diferentes especies de eneas, todas ellas con una gran capacidad para retener fosfatos, nitratos y metales pesados. De hecho, existen numerosas experiencias sobre la utilización de estas plantas para depuración de aguas contaminadas y para eliminar metales pasados. Este grave problema ambiental está obligando a los fabricantes de detergentes a eliminar los fosfatos de su composición y lograr formulas que sean rápidamente biodegradables.
Por otra parte, la moderna agricultura intensiva introdujo el uso indiscriminado de los fertilizantes nitrogenados, cuyo exceso termina siempre de un modo u otro en los ríos, creando el caldo de cultivo adecuado para que proliferen las extensas orlas de eneas en las riveras y en todas las redes de conducción de agua asociadas a los regadíos (canales, desagües, charcas), así como otras plantas nitrófilas.
Por tanto, la presencia masiva de las eneas es un hecho relativamente reciente y propiciado por la contaminación que el hombre genera con sus vertidos en los cursos fluviales. Para comprobar este hecho basta con que busquemos fotos antiguas de nuestros ríos (con que sean anteriores al los años 50 o 40 es suficiente) y veremos que las orillas estaban limpias de eneas y las especies dominantes eran fresnos, sauces adelfas, etc., un paisaje radicalmente diferente al que ahora conocemos.
El caso es que la proliferación de las eneas ha permitido que numerosas especies hayan encontrado ahora un excelente hábitat para instalarse, aumentando con ello la diversidad y riqueza en los cursos fluviales y los humedales. Al igual que el Calamón, otras aves como el Avetoro, el Avetorillo, el Rascón, el Aguilucho lagunero, los Carriceros y Carricerines, las Polluelas, la Buscarla unicolor, el Pájaro moscón o el Bigotudo, entre otros, difícilmente estarían presentes sin el cobijo de las densas coberturas de eneas y carrizos.
Visto de este modo.....!todo se vuelve relativo! ¿ Acaso la contaminación puede favorecer a las especies amenazadas?

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¿Expansión o recolonización?


La primera vez que tengo constancia de haber visto un Gorrión moruno fue en el año 82, cuando tenía 16 años, y me alegró tanto el descubrimiento que le hice hasta un dibujo en mi libreta de campo. Recuerdo que pude observar varias parejas que anidaban entre los palos de un enorme nido de Cigüeña blanca en una caseta de la luz cercana a río Zújar. En aquella época, hace más de dos décadas, era una ave relativamente escasa y puntual, cuya observación merecía ser registrada. Actualmente, la expansión del Gorrión moruno está más que confirmada a lo largo y ancho de la península ibérica, habiendo ampliando su distribución desde sus colonias en los valles del Tajo y del Guadiana hacia muchas provincias al norte de Sistema Central.
Extremadura es sin duda su principal núcleo de población, estimándose en más de 300.000 parejas y con citas de espectaculares colonias con más de 30.000 aves. Además de las colonias, en invierno se producen impresionantes concentraciones en los regadíos, con dormideros comunales que congregan a varios millares de aves.
Resulta curioso que en sólo unas pocas décadas esta especie haya podido multiplicar su población de manera tan notable, como si hubiese permanecido latente esperando la llegada de determinadas condiciones favorables. Aunque los regadíos no se instauraron hasta principios de los 60 en las vegas del Guadiana, fue algunos años después cuando el arroz y el maíz se convirtieron en los cultivos más representativos, siendo precisamente dos de los recursos tróficos más importantes para los gorriones durante el invierno. La entrada de España en la Unión Europa (1986), la inmediata aplicación de la Política Agraria Comunitaria (PAC) y las subvenciones a determinados cultivos, hicieron posible que se incrementasen las superficies de cereales de secano y de girasol, ambos también cruciales en su dieta. En el caso de girasol, en los que los beneficios de la subvención superaban incluso a los obtenidos por la cosecha de la producción, ocasionó durante varias campañas una superabundancia de alimento, quedando los cultivos sin cosechar al libre aprovechamiento de las aves. Todos estos factores debieron actuar conjuntamente (aumento de los cultivos de maíz y arroz en los regadíos, intensificación de los cultivos en los terrenos de secano y ausencia de períodos críticos por la escasez de alimento), favoreciendo la tasa de reproducción y la supervivencia de jóvenes y adultos gracias a una perfecta adaptación a los ciclos agrícolas y a los recursos disponibles.
Por otra parte es una especie con una gran capacidad adaptativa, tanto, que resulta curioso que haya tardado siglos en dar este gran salto demográfico. Sus típicas colonias en árboles pueden ubicarse también en arbustos de porte medio o incluso en zarzales cuando encuentran condiciones óptimas en el entorno. En los pastizales de La Serena y zonas similares, donde la escasez de árboles es muy acusada, han logrado adentrarse en estos hábitats instalando sus colonias en bosquetes de adelfas y acebuches (las únicas especies leñosas disponibles), pudiendo así aprovechar las herbáceas, los cultivos y también la elevada disponibilidad de langostas (son plagas crónicas en estos lugares) para alimentar con proteínas a sus pollos.
Estas grandes poblaciones también han tenido consecuencias negativas, constatándose cuantiosos daños en determinados cultivos agrícolas, principalmente los cereales de secano y girasol y en menor medida en frutales y arroz. En el caso de Extremadura, al estar incluido en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas, debían indemnizarse los daños causados, por lo que hubo que excluirlo de dicho Catálogo para poder controlar sus poblaciones y evitar conflictos con los agricultores.
Como contrapartida, su abundancia ha convertido a este gorrión en una elemento clave dentro de la dieta de numerosas especies, como pequeñas y medianas rapaces (cernícalos, elanios, aguiluchos, gavilanes, etc.), cumpliendo una importante función ecológica en la estabilidad de los hábitats agrícolas.
La expansión y sus causas parecen estar suficientemente claras. Pero, en realidad, posiblemente nos encontremos ante un proceso de recolonización, ya que los expertos aseguran que siglos atrás debió ser una especie mucho más abundante y ampliamente distribuida en la península ibérica. Su declive fue provocado por la llegada masiva del Gorrión común asociada a los grandes desplazamientos humanos desde el norte hacia el sur ocurridos hace 3.500 años. El Gorrión común se asentó en los medios urbanos y rurales creados por el hombre, dominando por su mayor capacidad de adaptación y productividad, generando una situación de competencia que hizo que las poblaciones de Gorrión moruno disminuyesen y rarificasen. Por tanto, podríamos estar hablando de “la revancha del Gorrión moruno”, que sin duda también ha sabido aprovechar en el momento justo las cambiantes condiciones que el hombre provoca sobre los hábitats.

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La gran imitadora


La Calandria es sin duda una de nuestras aves canoras más espectaculares, y aunque puede ser superada por otras en su capacidad melódica, destaca sobre el resto por su facilidad para imitar el canto de otras aves. Es capaz de reproducir con gran precisión fragmentos de la mayor parte de las especies de su entorno, incorporándolos a su canto habitual o emitiéndolos separadamente. Tuve la suerte de lidiar con ellas hace años cuando realizaba censos de aves en los pastizales de “La Serena” y pude comprobar su amplio repertorio, que incluía notas de Cogujada común, Cogujada montesina, Triguero, Buitrón, Tarabilla común, Golondrina común, Pardillo, Jilguero, Alcaudón real o incluso algunos sonidos de Mochuelo y Alcaraván. Suelen ser más imitadoras durante período reproductor, posiblemente para exhibir ante las hembras sus capacidades, pero en plena primavera puedes escucharlas entonar fragmentos del canto del Bisbita común, Alondra, Lavandera blanca o incluso sonidos de las Avefrías, que han aprendido durante el invierno....desconcertando por completo a quién escucha su canto. (!!!¿Qué hace un Bisbita por aquí en pleno mes de mayo?!!!!)
Esta habilidad para entonar melodías hizo que en otros tiempos fuesen aves muy cotizadas y eran capturadas para mantenerlas en jaulas como aves de canto. Tengo aún el recuerdo de niño, cuando ni siquiera tenía un especial interés por las aves, de llegar a la entrada del Mercado de Abastos de Salamanca y ver las jaulas colocadas en alto con las Calandrias soleándose y cantando desenfrenadamente desde su interior, mientras esperaban a que alguien las comprase. Su potente canto y la variedad sonidos que emitían, me dejaron ensimismado!!. El espectáculo sonoro que nos ofrecen estas aves todas las primaveras es admirable, y cuando tengo la oportunidad, me siento a disfrutar escuchando a los grupos de machos marcando su territorio en vuelo y emitiendo sin cesar su canto, como un gran orfeón coral.
Algunas aves utilizan esta habilidad con otros fines diferentes a los del cortejo, como es el caso de los Alcaudones, que imitan los cantos de otras aves para atraerlas e intentar capturarlas con más facilidad. En otros casos bien parece que lo hacen por pura diversión (como los estorninos, capaces de reproducir sonidos urbanos como sirenas, semáforos para ciegos, frenazos o cláxones), quizás para adquirir más destreza o ensayar, como haría cualquier músico. Me ha llamado mucho la atención un estudio reciente realizado en Alemania, en el que los ornitólogos han descubierto que algunas aves urbanas (Grajillas, Arrendajos y Estorninos pintos) han aprendido a imitar el sonido de los teléfonos móviles (la banda sonora de este siglo!!!), evolucionando su canto a medida que se han adaptado a convivir con el hombre en su mismo hábitat.
El canto de las aves aún encierra muchos misterios. Se sabe que tiene un importante componente genético, y que algunas especies aisladas de sus parientes desde su nacimiento son capaces al llegar a adultos de desarrollar el canto territorial sin necesidad de escuchar a otros machos. Pero en otras especies se adquiere principalmente mediante aprendizaje, imitando y aprendiendo las estrofas de sus congéneres. De esto saben mucho los criadores de canarios!
Recientemente se ha descubierto que las aves, al igual que algunos mamíferos más evolucionados, disponen en su cerebro de las denominadas “neuronas espejo”, llamadas así porque se activan únicamente al observar o ver reflejada una determinada acción en otro individuo. Parece ser que conforman un sistema especializado de neuronas que se encarga de automatizar el proceso y predispone a la imitación, siendo responsable de la capacidad para desarrollar esta habilidad. En primates, incluidos nosotros mismos, ya se conocía la existencia de estas peculiares neuronas y su relación con la capacidad de los bebes de imitar a los pocos meses de vida los gestos y sonidos de los padres. La carencia de estas neuronas espejo está vinculada a los casos de autismo en niños y la incapacidad para entender el significado de los gestos que aprenden. Parece ser que hay todo un mundo por explorar es este sentido y algunos científicos comparan la importancia del descubrimiento de estas neuronas con la trascendencia que en su momento supuso descifrar la función del ADN.
Pero dentro de las aves, el hallazgo de estas neuronas ha sido inesperado y quizás con una mayor dimensión de la prevista. En principio tiene su lógica: las aves deben ser capaces de aprender sus propios cantos y diferenciarlos de los de otras especies, en ello se basa su territorialidad, muchos aspectos de su comportamiento (comunicación, señales de huida, alarma, cohesión de grupo, etc..) y en determinados casos pueden depender de los sonidos para lograr su aislamiento genético (como ocurre con el Mosquitero común y el Mosquitero musical, casi idénticos en su plumaje y morfología, pero necesariamente con cantos muy distintos). Algunas especies de aves nos demuestran que sus capacidades para imitar, aprender y “versionear” sonidos son casi ilimitadas, casi tanto como lo que nos queda por descubrir de ellas.

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¿Qué fue primero, el barro o el agujero?


La familia Hirundinidae se compone de casi un centenar de especies ampliamente distribuidas por todo el mundo y que han logrado colonizar todos los continentes. Parte de su éxito se debe a las diferentes estrategias que utilizan para nidificar y que les ha permitido adaptarse a todo tipo de situaciones, pudiendo agruparse las especies en función del tipo de nido que utilizan: los de barro (como la Golondrina común), los túneles excavados en la tierra (como el Avión zapador) o bien utilizando huecos preexistentes en árboles o rocas (este caso, sin representantes en nuestra avifauna).
Al contrario de lo que cabría esperar, los estudios genéticos sobre esta familia han revelado que las golondrinas más primitivas y de las que derivaron el resto de especies, construían sus nidos excavando túneles en taludes. Posteriormente, durante su larga evolución fueron surgiendo las otras dos estrategias: por un lado las especies que decidieron dejar de excavar para aprovechar las oquedades naturales o la construidas por otras especies y, por otro, aquellas que aprendieron a fabricar nidos de barro, siendo estas últimas las golondrinas más recientes evolutivamente.
Las especies que ocupan huecos son más frecuentes en América del Norte y del Sur, donde se encuentran la mayor parte de las golondrinas que nidifican de este modo. Esta gran diversidad de especies parece estar asociada a la existencia de extensas superficies de bosques y a la vez de muchas especies que construyen huecos que luego pueden ser aprovechados por las golondrinas. Como curiosidad, comentar que en EEUU y Canadá es muy popular la colocación cajas nido para las golondrinas, muy similares a las que usamos aquí para Herrerillos y Carboneros, e incluso llamativas “ciudades colgantes” llenas de agujeros donde se establecen pequeñas colonias (podéis ver los enlaces al final, que son muy curiosos).
Las golondrinas que hacen sus nidos de barro lograron un importante éxito evolutivo con respecto a sus parientes, ya que fueron capaces de colonizar nuevas zonas con independencia de que existieran huecos o taludes de tierra adecuados para instalar sus nidos. No obstante, estas especies solamente han triunfado en lugares con un clima con un marcado período seco, ya que la excesiva humedad compromete la estabilidad de este material de construcción y, por ejemplo, el barro sería inviable en zonas tropicales. Es por eso que las especies que hacen nidos de barro son más frecuentes en África.
Esta habilidad para construir nidos de barro es exclusiva dentro de las aves, y aunque otras especies también utilizan este material, las golondrinas son la únicas capaces de utilizar barro puro, sin necesitar mezclarlo con otros materiales (hierba, ramas, hojas, etc.).
Los estudios genéticos también han determinado que los nidos de barro han ido evolucionando a lo largo del tiempo dentro de familia. Las golondrinas más primitivas empezaron utilizando un nido muy simple en forma de copa abierta (y que actualmente mantienen algunas especies, como la Golondrina común o el Avión roquero), del que fueron originándose nidos mas complejos con forma semiesférica, completamente cerrados y dejando una pequeña entrada (Avión común) o, como en las especies más evolucionadas, prolongando la entrada mediante un túnel (Golondrina dáurica).
También parece demostrado que los nidos de barro cerrados no sólo supusieron una ventaja para colonizar nuevos lugares, sino que también permitió a algunas especies hacerse coloniales y obtener los beneficios de este tipo de reproducción (defensa frente a predadores, éxito en la alimentación, etc.). En las colonias densas, el nido cerrado evita que se produzcan interferencias provocadas por cópulas no deseadas con los machos vecinos, de tal modo que las parejas copulan siempre en el interior de los nidos y las entradas o los túneles ayudan a defenderse más eficazmente del acoso de otros machos desde el interior.
Pese a que las golondrinas que construyen nidos de barro son consideradas más evolucionadas que el resto de sus congéneres, se ha comprobado que el tamaño de puesta es mayor en las especies que ocupan huecos o excavan túneles y, además, el sacrificio evolutivo de disminuir la puesta no se ha visto compensado con un mayor éxito en la eclosión.

Casualmente detuve mi coche al lado de un pequeño charco donde estaban cogiendo barro una pareja de Golondrinas dáuricas y se espantaron al instante. A los pocos minutos volvieron, ajenas completamente a mi presencia, y me dio tiempo a sacar todos los bártulos y disfrutar haciéndoles fotos durante un buen rato. Después no volvieron. Parece ser que ambos miembros de la pareja dedican varias horas al día a aportar barro al nido y después deben esperar a que se seque, aprovechando para alimentarse durante ese período.

Estos son enlaces a vídeos donde podéis ver las espectaculares “ciudades artificiales” que les ponen en Estados Unidos a las Golondrinas de las Iglesias o Purple martin (Progne subis):
http://www.youtube.com/watch?v=nJf5sjMOgCw&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=iCyBo5tuvmM&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=aCU4QrPsCog&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=nDrhy5tWzdU&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=D5ip1jaihf0&feature=related

Y esta otra, por si os animáis a comparar una “ciudad nido” en la página web de la Asociación para la Conservación de la Golondrina de las Iglesias:
http://purplemartin.org/shop/index.php?cPath=28?1&osCsid=2113fc57018a6745db23b76fd08f3709

Algo más sobre la Golondrina bicolor o Tree Swallow (Tachycineta bicolor), una típica golondrina que anida en huecos, un comportamiento que nos resulta curioso porque aquí no lo hace ninguna especie:
http://animaldiversity.ummz.umich.edu/site/accounts/pictures/Tachycineta_bicolor.html
http://www.stoneylonesomephotos.com/pics/5_27_7_Tree_Swallows_9.jpg
http://www.youtube.com/watch?v=UFaFLS8uu4Y
http://www.youtube.com/watch?v=xKZwNhEdzh4&feature=related

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