viernes, 28 de noviembre de 2008

A ras de los nenúfares


Siempre me dejado han impresionado las imágenes que se han subido en la web utilizando las técnicas del “hidrohide” y del “tumbing”, todas ellas con un atractivo muy especial y diferentes al resto. Al colocarnos a ras de agua o a ras de suelo cambiamos la perspectiva habitual de nuestras fotografías y se evita en mayor o menor medida el picado que suelen tener las tomas, ya que nos situamos completamente en paralelo y a la misma altura que el sujeto a fotografiar.
El hidrohide, al introducirse flotando en el hábitat acuático y estar perfectamente camuflado, sorprendentemente pasa desapercibido para las aves, quizás porque no se imaginan que ese sospechoso artefacto pueda suponer una amenaza para ellas. Esta isla flotante tiene además la ventaja de que se puede dirigir hacia donde se encuentran las aves. Las distintas modalidades de “tumbing” (dícese de hacer fotos tumbado literalmente en el suelo, sobre una colchoneta o similar y cubierto por las mallas) también hacen que el fotógrafo se integre mejor en el entorno, logrando que desaparezcan las formas verticales que lo delatan y ayudando a mejorar su ocultación. Por tanto, en ambos casos las ventajas son dobles: perspectivas más atractivas y mejores posibilidades de aproximación a las aves.
Después de mi primer encuentro con el Calamón he utilizado una técnica que no sé muy bien como denominarla, pero sería algo así como “neoprening”, por seguir con los términos anglosajones....que riman con todo....pero que también podríamos llamar “escondío en medio el agua”, que suena más ibérico. Consiste en introducirte en el agua hasta encontrar un lugar donde colocar el trípode y desde donde poder fotografiar lo que deseamos. El trípode quedaría casi completamente sumergido en el agua, como mucho hasta unos 20 cm de la rótula, hasta conseguir el efecto “a ras de agua”. Una vez colocado el trípode habría que montar a su alrededor una estructura de cañas formando un rectángulo o un cubo para sostener las mallas de camuflaje. En la modalidad más simple constaría de 4 cañas clavadas en el fondo del agua, una en cada esquina, y unidas en la parte superior por otras cañas a modo de travesaños, para darle más consistencia y evitar no se nos venga encima la malla y nos moleste al manipular la cámara. La parte visible de la estructura no debería superar 1 m sobre el nivel del agua. Una vez hecho esto, el fotógrafo tendría que vestirse con un vadeador de neopreno (de esos que usan los pescadores, que son como unas botas katiuscas que llegan casi hasta el pecho) o un traje de neopreno como los que llevan los surfistas, imprescindibles para pasar cómodamente varias horas en el agua y no terminar “agarbanzado”. Así vestidos, sólo quedaría introducirnos dentro del hide y taparnos bien con las mallas, habiendo previsto con anterioridad un asiento con la suficiente altura como para llegar bien a la cámara. En algunos casos se podría estar de rodillas (en aguas poco profundas) o incluso de píe, pero por experiencia propia no os lo recomiendo, especialmente si la sesión va a durar varias horas (la última vez que lo hice se me rompió la silla y terminé con unas agujetas terribles!).
Lo suyo es colocarse en aguas relativamente someras (poco más de 1 m de profundidad), metido al borde de la vegetación, justo donde conseguimos tener visibilidad sobre la lámina de agua y no nos molestan ramas, eneas o cualquier otro elemento.
Es importante tener cuidado a la hora de transportar la cámara y el teleobjetivo hasta el trípode y fijar el conjunto con mucho cuidado, asegurando que quede todo muy estable. Una vez dentro, hay que procurar que nos quede espacio para poder mover bien los brazos, ya que estarán en contacto más de una vez con el agua y debemos evitar mojar la cámara.
Aunque puede parecer muy arriesgado, es como estar sentado en una silla en medio del agua y con la parte que asoma (el pecho, la cabeza y la cámara) cubierta por una malla de camuflaje. Así de simple. Son de gran ayuda las bolsas estancas para guardar el duplicador, los anillos de extensión o los filtros que queramos tener a mano, pero hay que manipularlos con mucho cuidado una vez que se sacan de la bolsa...!qué estamos a ras de agua!.
Esta técnica puede resultar interesante cuando una densa orla de vegetación nos impide fotografiar las aves desde la orilla (de eneas, por ejemplo) o para adentrarnos en zonas no accesibles desde la orilla. También cuando con ello mejoramos la perspectiva “rasante” con respecto a la orilla. Lógicamente, siempre es preferible trabajar desde tierra firme, aunque sea tumbados, antes que arriesgar el equipo en el agua. Como se trabaja desde una posición fija, el “neoprening” es más eficaz cuando tenemos localizado un posadero o una zona de querencia de alguna especie.
En el caso de esta imagen, la orilla presentaba una franja muy densa de eneas que no permitían llegar hasta la zona donde la lámina de agua se cubría con una preciosa alfombra de nenúfares blancos y amarillos, donde habitualmente cruzaban calamones, pollas de agua, martinetes, avetrorillos o garcillas cangrejeras . Abrí un estrecho pasillo de unos 10 m hasta llegar justo donde terminaban las eneas y empezaban los nenúfares, permitiéndome tener una gran visibilidad sobre río.
Pasé una divertida mañana fotografiando varias especies, pero fue especialmente entretenido perseguir a los jovenzuelos de Polla de Agua mientras corrían sobre las hojas de los nenúfares, que se llevaron gran parte de las tarjetas.
Un saludo a todos y espero que os sea de utilidad el “neoprening”!!!!

Enlace a esta imagen en Fotonatura

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