Extremadura es el principal destino de la mayor parte de la población de grullas que llegan a la península ibérica, convirtiéndose durante el invierno en una de las especies más representativas de sus dehesas y campos de cultivo. Cada año aumenta el interés de fotógrafos y aficionados a la ornitología por observar estas espectaculares aves en la región.
Una población invernante en aumento
Gran parte de las poblaciones de grullas que nidifican en Alemania, Suecia, Finlandia, Noruega y Estonia, así como del resto de países que circundan el Mar Báltico y áreas próximas de Rusia, siguen la denominada “ruta occidental” hasta llegar a Extremadura. En su larga travesía migratoria pueden llegar a recorrer más de 4.500 km, disponiendo de lugares estratégicamente situados a lo largo del recorrido para descansar y alimentarse (Hornborga, Takern, Kvismaren y Öland en Suecia; Vassa en Finlandia; Matsalu en Estonia; Rügen-Bock, Diepoholzer y Hesse-Marburg, en Alemania; Arjuzanx y Lac du Der en Francia, etc.).
En las últimas décadas se ha constatado un aumento progresivo de las poblaciones de grulla común, estimándose que en la península ibérica invernan más de 150.000 aves (datos de SEO/BirdLife, temporada 2003-2004), casi triplicando los censos realizados 20 años atrás. Estas cifras son aún más significativas si tiene en cuenta la creciente importancia de la invernada en Francia, donde permanecen más de 50.000 individuos (principalmente en las Landas de Gascogne y en Lac de Chantecoq) y que ha supuesto un interesante cambio su estrategia migratoria.
La población invernante en Extremadura puede alcanzar las 80.000 aves, lo que supone más del 50% de los efectivos invernantes transpirenaicos. No obstante, su número puede variar cada temporada dependiendo de las condiciones existentes en las zonas de invernada más norteñas (Gallocanta y Francia, principalmente), de tal modo que los inviernos con temperaturas extremadamente bajas, escasez de alimento o ausencia de agua en los humedales, obligarían a que continuasen su ruta migratoria hacia el suroeste ibérico.
Distribución de la población en Extremadura
Las grullas se distribuyen ampliamente durante el invierno y se estima que la superficie ocupada conjuntamente por de las áreas de campeo, alimentación y los dormideros representa más del 40% de la región. Los efectivos se reparten en 11 grandes sectores o áreas de invernada que integran más de 40 núcleos ocupados regularmente por las aves (ver mapa). Cada núcleo cuenta con un área de campeo definida y uno o varios dormideros. No obstante, el dinámico comportamiento de la especie propicia que existan movimientos de diversa magnitud entre los distintos núcleos y sectores a lo largo de la invernada.
El tamaño medio de las poblaciones en los 11 sectores está comprendido entre 1.600 y 3.800 individuos. Aproximadamente el 77% de la población de grullas de Extremadura está repartida en núcleos que superan las 2.000 aves, siendo los sectores más importantes cuantitativamente: “Zona Centro” (30.000-40.000 ind.), “Azuaga” (7.500-9.000 ind.) y “Navalmoral” (5.000-6.600 ind.)
Las dehesas y la alimentación de las grullas
Esta región ofrece a las grullas una elevada disponibilidad de alimento en las grandes extensiones de dehesas que cubren el territorio, pudiendo aprovechar también los cultivos de cereal y los rastrojos de los fértiles regadíos. La calidad del hábitat, unida a la existencia de numerosas zonas húmedas donde establecer sus dormideros y las temperaturas moderadas del invierno extremeño (entre 5º y 20º C), son las claves de que encuentren aquí un destino preferente.
Tradicionalmente se asocia a las grullas con las dehesas de encinas y casi todos los núcleos de invernada existentes en Extremadura integran en mayor o menor proporción zonas de dehesas, aunque también pueden establecerse en áreas donde predominan los cultivos de cereal o pastizales sin apenas arbolado. Los rastrojos de arroz y de maíz en los regadíos son también intensamente utilizados por las grullas y las poblaciones vinculadas a estas zonas de alimentación han crecido notablemente en los últimos años, especialmente en las Vegas Altas del Guadiana.
La dieta de la grulla depende de los recursos disponibles en los hábitats donde se alimenta. Así, en las dehesas consumen principalmente bellotas de encina, en los cultivos de cereal de secano las semillas de trigo, cebada y avena, mientras que en los rastrojos de regadío buscan los granos de arroz y maíz desperdiciados tras la cosecha mecanizada. En ocasiones también se alimentan de bulbos de especies silvestres, tubérculos, tallos y brotes de herbáceas y de cereal o incluso pequeños invertebrados.
Merece destacar la especialización de las grullas en el consumo de la bellota, siendo de las pocas especies que eliminan por completo la cáscara antes de ingerirla. La desprenden mediante certeros golpes con su potente pico. Por ser un alimento que no existe en sus áreas de cría, los adultos deben enseñar a los jóvenes la técnica de pelar bellotas. Muestran también una notable habilidad para desenterrar bulbos, removiendo el suelo con el pico.
Una especie de hábitos muy previsibles
Las grullas mantienen rutinas muy marcadas, desplazándose a los comederos durante el día y volando al final de la jornada a los dormideros comunales, donde pueden llegar a concentrarse miles de aves. En ocasiones establecen predormideros en las inmediaciones de un dormidero principal, donde se agrupan antes de volar definitivamente a este último.
Son especies eminentemente gregarias, pudiendo formar espectaculares bandos de cientos de ejemplares. No obstante, es frecuente también ver grupos familiares aislados, en los que los adultos acompañan a los jóvenes durante toda la invernada.
Los dormideros comunales suelen ser siempre los mismos y se ubican con frecuencia en embalses cercanos a los comederos, eligiendo zonas con aguas someras, amplias orillas y mucha visibilidad frente a predadores o posibles molestias. Algunos de los dormideros que congregan a más aves se establecen en los rastrojos de arroz que presentan una lámina de agua poco profunda tras ser labrados (fangueados).
Fotografiar las grullas
Se trata de una especie relativamente fácil de fotografiar, aunque todo depende de lo que cada uno pretenda conseguir. Gracias a su gran tamaño es posible utilizar focales intermedias (de 200 o 300 mm.) y conseguir buenos resultados, aún sin estar muy cerca de las aves. Por otra parte, su comportamiento gregario permite obtener imágenes de grandes grupos posados o en vuelo, situaciones en las que no es necesario un teleobjetivo potente.
La belleza de los hábitats y paisajes donde suelen encontrarse las grullas obligará al fotógrafo a incluir el entorno en sus composiciones, en ocasiones compartiendo protagonismo con ellas. Las dehesas de encinas y alcornoques, los coloridos campos de cultivo, los pastizales o las sierras tapizadas de bosque mediterráneo que aparecerán de en fondo muchas imágenes, representan un valor añadido que el fotógrafo sabrá apreciar. Del mismo modo, el vuelo de los bandos de grullas a atardecer o al amanecer, enmarcados por el suave colorido de los cielos invernales, crea escenas muy interesantes y de gran espectacularidad.
Es posible realizar recorridos en coche por cualquier zona grullera y conseguir buenas imágenes con una simple rótula u otro accesorio instalado en la ventana. Para ello es recomendable circular a poca velocidad y mantenerse siempre a una distancia adecuada que evite que nuestra presencia provoque que levanten el vuelo. Salir del coche para montar el trípode provocará con toda seguridad que levanten el vuelo.
Los mejores resultados se conseguirán instalando un aguardo o hide en un lugar adecuado, pero para ello es necesario dedicar previamente varias salidas de campo para conocer sobre el terreno el comportamiento y las rutinas de las aves. Por ejemplo, es importante localizar los comederos que utilizan a primera hora de la mañana (donde encontraremos las mejores luces), las zonas que eligen para descansar o los lugares en los que se concentran antes de dormir. A partir de ahí, el fotógrafo debe elegir un emplazamiento para el aguardo en función de la trayectoria del sol y del cromatismo de los posibles fondos, así como valorar la distancia a la que debe colocarse dependiendo del teleobjetivo que vaya a utilizar. Es conveniente ocultar bien el aguardo, preferiblemente entre la vegetación (chaparros de encina, bajo la copa de un árbol, en un lindero con arbustos, etc...) y evitar que destaque en el entorno para que no desconfíen en exceso.
Si optamos por fotografiarlas cuando vuelan a los dormideros hay que evitar aproximarse al lugar donde se concentran para pasar la noche, situándonos a la mayor distancia posible para no provocar molestias. Es recomendable elegir un lugar elevado desde donde se disponga de una amplia perspectiva del horizonte, ya que así resulta más fácil ver la llegada de los bandos o escuchar su canto cuando se aproximan. Los itinerarios que siguen las grullas suelen ser siempre los mismos, por lo que el trabajo de campo previo puede facilitar mucho la elección de encuadres y fondos.
Los días de luna llena son los menos indicados para hacer fotos de la entrada a los dormideros, ya que las grullas prolongan al máximo su permanencia en los comederos y llegan casi de noche, con poca luz para fotografiar. Si elegimos días con poca luna es más probable que tengamos éxito y además tendremos a nuestro favor que los bandos suelen aparecer coincidiendo con la puesta del sol.
Aunque en invierno la luz es menos intensa que en otras épocas del año, el plumaje gris de las grullas suele provocar incómodos reflejos y nos obligará en ocasiones a buscar la exposición correcta que evite la aparición de zonas quemadas. La medición puntual en el cuerpo del ave es una buena opción para solucionar este problema. Los días nublados nos pueden sorprender gratamente y es posible conseguir excelentes resultados al reducirse los tonos brillantes.
Las mejores fechas para fotografiar las grullas
En el mes de enero la población de grullas alcanza sus valores máximos en la mayoría de los núcleos. Será el período en el que tendremos más posibilidades de ver grullas y de fotografiar grandes concentraciones.
Las grullas suelen ser más complicadas de fotografiar al principio de la invernada por mostrar un comportamiento asustadizo, en parte porque coincide con la temporada de caza y con las últimas labores agrícolas del año y levantan el vuelo ante cualquier molestia (el paso de un coche, un disparo lejano, un tractor o la proximidad de personas). Sin embargo, en las últimas semanas de la invernada (especialmente a finales de febrero o incluso a inicios de marzo) su comportamiento cambia radicalmente y se muestran mucho más confiadas. Es frecuente que ante nuestra presencia prefieran alejarse a paso rápido en vez de alzar el vuelo, ya que en estas fechas evitan hacer gastos energéticos innecesarios para mantener intactas sus reservas para el largo viaje migratorio de retorno. También su presencia es más frecuente zonas marginales, como las inmediaciones de las carreteras y caminos, lugares que han sido menos utilizados durante el invierno y donde aún pueden encontrar alimento. Es la mejor época para fotografiarlas desde un vehículo, pero también porque la floración de muchas especies ya ha comenzado en los pastizales y las imágenes ganan en contrastes. Con un poco de suerte podremos conseguir imágenes de sus primeros comportamientos nupciales.
Es necesario solicitar una autorización a la Dirección General del Medio Natural de la Junta de Extremadura para fotografiar las grullas, especialmente cuando la actividad se va a desarrollar dentro de un área protegida. También es conveniente disponer previamente del permiso de los propietarios de las fincas cuando se pretende fotografiar accediendo a terrenos privados.
El “II Festival de las Grullas”
La llegada de las grullas a los campos extremeños se asocia con el comienzo del invierno. Al tratarse de una especie muy abundante, ampliamente repartida por todo el territorio y fácil de observar, su simbolismo está íntimamente ligado a la cultura popular.
La veterana asociación conservacionista ADENEX fue pionera en la original idea de celebrar la llegada de grullas a Extremadura, organizando vistas guiadas a las zonas de invernada más interesantes y logrando que el público disfrutase de la observación de estas aves. Desde diciembre de 1988, fecha en la que se celebró el primer “Día de las Grullas”, la percepción social de este fenómeno ha cambiado notablemente. La observación de las grullas representa en la actualidad en un recurso turístico con una gran potencialidad, aumentando cada año los visitantes de dentro y fuera de la región que están interesados en contemplar este espectáculo natural.
Con el objetivo de fomentar y promocionar el turismo ornitológico en la región, la Junta de Extremadura está organizando por segundo año consecutivo el “Festival de las Grullas”, que se celebrará los días 4 y 5 de diciembre de 2010 en el Parque Periurbano de Conservación y Ocio “Moheda Alta (Navalvillar de Pela, Badajoz). Este espacio protegido se ubica en el corazón de una de las principales zonas grulleras y es un privilegiado lugar para la observación de otras aves. Dispone de un moderno Centro de Interpretación con salas temáticas dedicadas a las grullas y a las dehesas, así como varias torretas de observación estratégicamente situadas. Los visitantes tienen la posibilidad de alojarse en varias casitas perfectamente acondicionadas en plena dehesa.
La programación incluirá charlas, talleres infantiles, cuentacuentos, actuaciones musicales, proyecciones y rutas guiadas a los mejores lugares para observar las grullas. Además de otras sorpresas, este año habrá dos nuevas e interesantes actividades: “Desayunando con las grullas” (¿puede haber algo más gratificante que tomar un café mientras se contempla la salida de las grullas al amanecer?) y una “Maratón fotográfica” (en la que los participantes tendrán que conseguir diferentes imágenes de las grullas en un tiempo limitado).
Un día de grullas en Moheda Alta
Uno de los lugares que recomiendo para ver y fotografiar las grullas en Extremadura es precisamente el Parque Periurbano de Conservación y Ocio “Moheda Alta”. Durante los fríos días del invierno nada hace sospechar que la noche abriga el sueño de miles de aves. Si llegamos a los observatorios del Parque Periurbano unos minutos antes del amanecer, podremos disfrutar de un espectáculo natural de gran belleza. Con las primeras luces del alba los sonoros trompeteos de las grullas delatarán su presencia y, sin haber despuntado aún el sol en el horizonte, empezaremos a ver las siluetas de los primeros grupos de aves que van abandonando poco a poco el dormidero. Seguidamente, cientos de bandos de grullas surcarán el cielo en todas direcciones para dirigirse hacia sus comederos. La suave luz del amanecer hará que este momento resulte aún más impresionante para aquellos que tengan la suerte de contemplarlo.
Después del amanecer podemos ir al encuentro de las grullas recorriendo la red de carreteras y pistas para observarlas en sus comederos.
Al final de día, el grandioso espectáculo del amanecer se repite. Antes de la puesta del sol podemos dirigirnos de nuevo a los observatorios de Moheda Alta o situarnos en algún lugar elevado donde dispongamos suficiente visibilidad. Las grullas retornan a los dormideros en grandes bandos, surgiendo inesperadamente sobre las dehesas para volar hasta las tablas de arroz o las colas de los embalses. El horizonte, maravillosamente teñido por los colores del ocaso, se convierte durante unos momentos en un inmenso escenario en el que el incesante trasiego de aves no dejará indiferente al observador. Además de las grullas, cientos de gaviotas sombrías y gaviotas reidoras se dirigen hacia las colas de los embalses, los bandos de patos (ánade real, ánade rabudo, pato cuchara, cerceta común, etc.) abandonan la tranquilidad de los embalses para comer durante la noche en los cultivos, los sonoros ánsares sobrevuelan los arrozales, así como los pequeños pájaros (trigueros, lavanderas blancas, estorninos negros, gorriones morunos, etc.) que se dirigen a los sotos y bosquetes buscando refugio para pasar la noche. Sin lugar a dudas, todo un espectáculo.
Por supuesto ¡estáis todos invitados a participar en el “II Festival de las Grullas”, y a ver y fotografiar las grullas en Extremadura!
Artículo publicado en la Revista Digital de Fotonatura