Nikon D500 +Sigma 150-600mm Sport (ISO 320; 1/400s; 
f6.3; 0 eV; focal 600mm). Río Guadiana (Badajoz)
 El oído de las aves siempre ha sido 
un órgano enigmático, ya que está oculto bajo el plumaje y solo es 
visible en algunas ocasiones como una estrecha hendidura. Pese a ello, 
las aves tienen una gran capacidad auditiva y compensan la falta de 
pabellones auditivos girando la cabeza hacia la fuente del sonido. 
 La mayor parte de las aves tienen el oído en la parte posterior de la 
cabeza, justo detrás de los ojos, pero en el caso de las agachadizas 
(Gallinago sp.) y las becadas (Scolpax 
sp.) su ubicación es una excepción, ya que se encuentra en debajo de los
 ojos, casi en la base del pico. Esta curiosa posición les permite 
escuchar y sentir las vibraciones que reciben a través de su sensible 
pico, algo que quizás les sea de gran utilidad cuando se alimentan en el
 barro o para detectar la proximidad de sus enemigos.
 Esta imagen me llamó mucho la atención porque se puede apreciar 
perfectamente dónde se localiza el oído de la agachadiza, coincidiendo 
con que el ave se encontraba en posición de alerta.  No tienen orejas, 
pero pueden abrir a voluntad la hendidura retirando las plumas que 
esconden el oído y así escuchar mejor los sonidos de su entorno. 
Segundos después, con el ave relajada, esta hendidura prácticamente no 
se apreciaba y quedó perfectamente oculta formando parte de una de las 
líneas oscuras de su críptico plumaje. 
 Detalle de la ubicación del oído de la agachadiza
 Los sonidos son muy 
importantes para la agachadiza ya que es una de las pocas aves que es 
capaz de producir un vibrante sonido con las plumas rectrices de la cola
 cuando realiza sus vertiginosos vuelos en picado durante el período de 
celo. Lástima que no críen por aquí…tiene que ser alucinante 
escucharlas!