martes, 28 de noviembre de 2017

Guadiana, un río de luz y de vida


Bando de garcillas bueyeras con las riberas del río Guadiana y el edificio Siglo XXI de fondo 
Nikon D500+Sigma 150-600mm (ISO 3200; f6; 1/400; 0 eV, focal 330mm) 
  
El río Guadiana a su paso por Badajoz está declarado como Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) por la importancia de sus valores ornitológicos y se ha ganado, por méritos propios, un lugar en la Red Natura 2000. La ZEPA se extiende a lo largo de un tramo de 12 km, desde la desembocadura del río Gévora hasta la confluencia con el río Caya, justo donde el Guadiana asume con orgullo convertirse en la frontera natural con Portugal. 



 Atardecer con gaviotas sobre el Puente Real
Nikon D500+Sigma 150-600mm (ISO 1250; f6.3; 1/40; -0,33 eV)
  

El recorrido urbano del Guadiana es el más representativo de este espacio protegido y discurre entre dos pequeñas presas: el azud de la Pesquera, en la confluencia con el río Gévora, y el azud de la Granadilla, situado 6 km aguas abajo. Ambos regulan curso del río justo cuando atraviesa la ciudad y logran que el nivel del agua permanezca siempre estable, transformando por completo su dinámica natural. La ausencia de fluctuaciones ha propiciado un mayor desarrollo de la vegetación de sus orillas, que en otros tiempos eran áridos lechos de arena y grava prácticamente desarbolados y desnudos. Ahora han encontrado acomodo en ellas eneas, carrizos, atarfes, fresnos y sauces, favoreciendo también el establecimiento de muchas especies de aves que antes no estaban presentes o eran escasas. 


Bando de garcillas bueyeras llegando al dormidero
 Nikon D80+ Nikon 500mm f4 (ISO 800; f4; 1/1000s; 0 eV)

Aguas abajo del azud de la Granadilla, el río recobra su naturalidad al desaparecer las barreras que retenían artificialmente su caudal. Hasta llegar a Puente Ayuda (Olivenza), sus aguas vuelven a correr libres casi por última vez, antes de que la belleza de sus riberas e islas se diluya lentamente bajo la inmensa lámina de agua del Embalse de Alqueva, que atrapó para siempre y hasta nunca algunos de los más bellos lugares del río Guadiana.

  Amanecer con niebla en el dormidero de cormoranes, aguas abajo del Puente Real
Nikon D300+Sigma 24-70mm (ISO 200; f13; 1/100s; 0 eV; focal 29mm)


Dormidero de cormoranes aguas abajo del Puente Real
 Nikon D300+ Nikon 600mm f4 (ISO 200; f7.1; 1/160s; -0.65 eV)

   

La ZEPA “Azud de Badajoz”, al atravesar el núcleo urbano de una gran ciudad, tiene la ventaja de ser totalmente accesible y compatible con un intenso uso público. Ambas márgenes están bordeadas por paseos y caminos, permitiendo realizar largas rutas a pie o en bicicleta para disfrutar de sus paisajes. Los cuatro puentes que cruzan el río nos ofrecen una excepcional perspectiva, especialmente el Puente Viejo o Puente de Palmas, el único que es peatonal y desde donde podremos observar con facilidad las especies más representativas que habitan en este espacio.  Otra atractiva posibilidad es subir a la alcazaba árabe, ubicada en la margen izquierda del río y sobre uno de los puntos más elevados de la ciudad, un privilegiado enclave que los almohades no eligieron al azar. Considerada la alcazaba más grande de Europa, ha sido testigo de todos los cambios y acontecimientos que han sucedido en el Guadiana desde hace más de diez siglos. Sus murallas almenadas nos invitan a pasear con detenimiento contemplando una espectacular vista panorámica del río y una curiosa perspectiva de todos los puentes alineados, especialmente en el recorrido entre la Torre de las Siete Ventanas y la Puerta de Carros.

Cigüeña blanca al amanecer 
Nikon D300+ Nikon 600mm f4 (ISO 250; f6.3; 1/1600s; 0 eV)

Garza y sol
 Nikon D7100+ Nikon 600mm f4 (ISO 200; f5; 1/8000s; 0 eV)


Siempre sorprende encontrar un reducto natural dentro de los ambientes urbanos, donde la intensa actividad humana habitualmente los convierte en lugares inhóspitos para el resto de las especies. Pero en el caso del Guadiana y Badajoz, la ciudad y la naturaleza parecen haber sellado un pacto de convivencia: el río renunció a su furiosa y desbordante fuerza, aquella que antaño fue capaz de desmoronar puentes y, a cambio, sus amansadas aguas encontraron un lugar donde engrandecer su cauce y engalanar con exuberancia sus orillas.

Más de un centenar especies de aves pueden verse a lo largo del año en los diferentes hábitats asociados a sus riberas, pero merece destacar especialmente la importancia de las colonias de garzas que se instalan en algunas islas, donde conviven multitud de parejas de garcillas bueyeras, garcetas comunes, garzas reales, garcillas cangrejeras, avetorillos y martinetes. Otra de las joyas ornitológicas de la ZEPA es el morito, el único ibis presente en el continente europeo, siendo aquí donde se confirmó la reproducción de las primeras parejas en Extremadura. En invierno, los cormoranes son los indiscutibles protagonistas del río, contando con un gran dormidero aguas abajo del Puente Real que congrega a numerosos individuos. Y en las orillas con eneas y carrizos, el calamón se ha convertido en todo un símbolo del tramo urbano, luciendo su precioso colorido sin timidez, ajeno por completo al ajetreo de la ciudad. 

Garceta común y arcoíris
 Nikon D300+ Nikon 600mm f4 (ISO 320; f5; 1/2500s; -0.33 eV)
    



Cigüeña blanca y arcoíris 
Nikon D300+ Nikon 600mm f4 (ISO 320; f6.3; 1/2000s; 0 eV)
 


Pero sin duda, contemplar los amaneceres y atardeceres desde sus orillas es uno de los más valiosos atractivos que nos ofrece el río, un espectáculo capaz de emocionar y despertar todas las sensibilidades. Momentos irrepetibles y diferentes cada día, pero que aquí tienen el singular encanto de adornarse maravillosamente con el incesante trasiego de multitud de aves surcando el cielo en todas direcciones, integrándose a la perfección en el decorado urbano de puentes y edificios.


 Garza real 
Nikon D500+Sigma 150-600mm (ISO 400; f6.3; 1/640; -0,67 eV)


 Nutria en la niebla
Nikon D500+Sigma 150-600mm (ISO 180; f6.3; 1/1000s; -0,33 eV)

 

Mientras la ciudad duerme y sus luces aún se reflejan plácidamente sobre el agua, es el momento de madrugar y acercarse al río para disfrutar, sin prisas, de los cambios de luces que se van sucediendo desde que amanece hasta que el sol sobrepasa el horizonte, sintiendo cómo la quietud del ambiente se va invadiendo de sonidos y de vida. Hay que poner en alerta todos los sentidos para no perder ni un detalle de la infinidad de acontecimientos que nos sorprenderán a cada instante: las oscuras siluetas de las aves que poco a poco nos descubrirán su color, el grave reclamo del calamón retumbando entre las eneas, los carriceros entonando su repetitivo canto, los bandos de garcillas bueyeras volando acompasadamente, el murmullo de los aviones zapadores, el discreto vuelo del avetorillo antes de ocultarse, el martín pescador dejando una tenue estela de colores a su paso o la nutria trazando ondas en al agua al zambullirse en busca de peces.

 
Ánade real 
Nikon D500+Sigma 150-600mm (ISO 140; f6.3; 1/1000s; -0,33 eV)

 
Al atardecer, el espectáculo se repite de nuevo. Las aves comienzan a retornar desde las zonas alimentación hasta llegar a sus dormideros, justo antes de que el sol se esconda tras el horizonte de Portugal. Es el momento de ver a las gaviotas sombrías y reidoras remontando el río para pasar la noche en el cercano Embalse de Campo Maior (Portugal), y la llegada de los cormoranes y los ruidosos bandos de estorninos y grajillas a los eucaliptos que les darán cobijo, entremezclándose con garcillas y garcetas. Siempre será una buena elección esperar este acontecimiento en el Puente de Palmas, mientras el sol va apagando su dorado fulgor en el agua. La luna llena, casi de improviso, podrá sorprendernos apareciendo a nuestras espaldas, haciendo resplandecer aún más la alcazaba mientras avanza iluminando la noche.


Garcillas bueyeras y luna llena
Nikon D80+ Nikon 500 f4 (ISO 125; f4.5; 1/1250s; 0eV, doble exposición) 


Los amantes de la luz encontrarán infinidad de momentos para disfrutar de las oportunidades que nos brinda el Guadiana en cada época del año. Buscarán los bellos cielos cubiertos de nubes plomizas cuando descargan las lluvias de primavera y se adornan fugazmente con el intenso colorido del arcoíris surcado por el vuelo de las aves. O se recrearán en las densas nieblas invernales justo cuando están a punto de ser vencidas por el sol y surgen maravillosos escenarios llenos de contrastes y brumas. Incluso en los tórridos amaneceres de verano, con sus cielos completamente limpios de nubes, sabrán tener paciencia para aguardar la llegada de ese instante en el que los intensos tonos anaranjados del sol invaden el ambiente y todos los personajes del río se convierten súbitamente en oscuras siluetas recortadas sobre un espectacular fondo dorado. 

Bando de garcillas en un amanecer con niebla
Nikon D500+Sigma 150-600mm (ISO 250; f8; 1/5000s; -0,67 eV) 


Déjate sorprender por el sol, la luna, la niebla, la lluvia o la bruma, busca esos momentos únicos y ve deliberadamente a su encuentro, habrá imágenes de este río lleno de luz y de vida que quedarán para siempre en tu retina.


 
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Este artículo forma parte del libro "Cielos de Extremadura", una obra colectiva realizada por de 46 blogueros extremeños con los que he tenido el privilegio de compartir su diferente visión de los cielos de Extremadura. El libro fue presentado en el VII Encuentro de Blogueros de  Extremadura y ha contado con la financiación de la Dirección General de Turismo de la Junta de Extremadura.



 http://turismoextremadura.com

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