lunes, 1 de junio de 2009
La arrogancia y la discreción
El pasado 3 de mayo tuve la oportunidad de disfrutar de una intensa jornada fotografiando y observando las aves estepáricas en La Serena (Badajoz). Hacía más de dos años que no pasaba tanto tiempo seguido en el campo y, desde luego, ha sido la primera vez en mi vida que he permanecido más de 15 horas metido dentro de un hide, una experiencia de la que siempre guardaré un grato recuerdo.
El celo de las avutardas ya estaba llegando a su fin y aún quedaban algunos ejemplares exhibiendo su plumaje nupcial, pero sin el énfasis de semanas atrás. Los pastizales de La Serena ya han cambiado de color y ahora predominan los tonos orces, dorados y amarillentos sobre los verdes del inicio de la primavera.
Arrogantes, altaneras, siempre dispuestas a exhibirse para proclamar con orgullo la belleza de su presuntuoso plumaje nupcial, las avutardas son las aves más ostentosas que habitan en los pastizales. Todas las miradas se dirigen a ellas, unas veces despertando celos y envidias, pero siempre causando admiración a quien las descubre en el paisaje.
Como no podía ser de otro modo, yo estaba fascinado con el espectáculo que me ofreció el primer macho de avutarda que apreció tras el amanecer, y que poco a poco se fue acercando hasta mí con su lento y gallardo paso. De repente, sin esperarlo, surgió de entre las pizarras un alcaraván. Su actitud no podría ser más contraria a la de la avutarda: su denodado esfuerzo por pasar inadvertido, procurando no delatar nunca su presencia, prefiriendo ser escuchado a ser visto, hace que se gane cada día el mérito de ser el ave más discreta en la inmensidad de los pastizales.
Hubo un momento en que ambas aves cruzaron sus miradas. La avutarda parecía sorprendida por la aparición de este personaje en su camino, pero mantuvo su altiva mirada. El alcaraván, ante la presencia de la reina de la estepa, decidió hacerse visible por unos instantes y acercarse a ella. Quizás quedó deslumbrado por su elegante presencia pero, quién sabe, puede que en realidad se compadeciese de la avutarda, obligada de por vida a demostrar su valía ante su semejantes como tributo por su belleza.
La fugaz aparición del alcaraván, con sus brillantes ojos amarillos y sus intrépidas carreras por el pastizal hicieron que la avutarda pasase a un segundo plano, tal y como aparece en la imagen, pero tuve la suerte de poder incluir ambas especies en el mismo encuadre.
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menuda foto... ahora, despues de 15 horas en un hide, supongo que te tomarias una jornada de descanso...
ResponderEliminarsalu2
Gracias Atanasio por tu visita y tus amables comentarios a mi blog. Estoy recorriendo el tuyo desde ayer y la verdad, me tienes anonadado. Tienes un trabajo magnífico. Muy bien currado, textos interesantes y a veces sorprendentes, excelentamente documentado y sobre todo unas fotos maravillosas. Siempre he envidiado a la gente como tu, que es capaz de permanecer 15 horas en un hide bajo el sol de La Serena para conseguir esta excepcional imagen. O meterse en el agua horas y horas para conseguir la del calamón por ejemplo. Mi más sincera enhorabuena Atanasio y por supuesto, con tu permiso te enlazo. Un abrazo
ResponderEliminarPreciosa imagen Atanasio.
ResponderEliminarMucho mérito pasar tanto tiempo en el hide, y en La Serena con la que cae :))
Un placer visitar nuevamente tu blog.
una imagen dififil de conseguir pero tambien es el resultado de horas y horas de paciencia.
ResponderEliminarsaludos
Hola Atanasio, ya echaba de menos tus fotografías y tus artículos.
ResponderEliminarBuena foto, un saludo.
Hola Atanasio. Muy oportuna y muy merecida la foto por estar de sol a sol entre cardos y pastos.
ResponderEliminarMe alegra volverte a leer y que nos hagas disfrutar con estas imágenes.
Un saludo.
Atanasio, muchas gracias por tus amables palabras. veo que además de interés por los chotacabras hasta compartimos edad, se ve que hay algún tipo de conexión cósmica entre los nacidos en el 66 y los chotacabras ;-)
ResponderEliminarLos chotacabras son mi debilidad desde que era niño y desde que mi padre me enseño uno atropellado. Son unas aves mágicas!
Recuerdo la foto de la que me hablas. La función de la uña pectinada es un poco incierta y he leído varias teorías al respecto (desde que sirve para peinarse y quitarse restos de queratina de las plumas nuevas hasta que la usan para limpiarse las vibrisas bucales de los restos de insectos). A mí la que más me convence es la de que la usan para limpiarse los bigotes ya que éstos tienen una enorme sensibilidad y son vitales para capturar las presas en vuelo durante la noche pero no hay nada demostrado. Lo cierto es que los bigotes se les llenan de escamas de las alas de las polillas y otras cosillas. Si mal no recuerdo, hay un grupo de chotacabras (la subfamilia Chordeilinos) que no tienen ese "pecten" en las uñas y que tampoco tiene las vibrisas muy desarrolladas lo cual es una relación bastante clara.
No obstante, esta uña pectinada no es esclusiva del género Caprimulgus (otros chotacabras la tienen también) sino que se encuentra en otras aves como la lechuza común e incluso la garza real si no me falla la memoria! Siento no poder aclarate la función pero mejor ¿no? así los chotacabras seguirán pareciéndonos más misteriosos e interesantes :-D
Tengo que dedicarme a leer más en tu blog porque cada vez que entro me encuentro cosas más interesantes y a lo de las grullas tengo que darle un buen repaso que ahora estoy trabajando con asuntos de ZEPAS y esteparias.
un abrazo
El pajaro menor creo que lo he visto Bostwana donde le dan el nombre de Thick-Knee (Genus Burhinus). Me asombra la similaridad the las aves de Espana y las de Africa, por supuesto achaco esto quizas a la migraciones annuales.
ResponderEliminarEspero que ese día no hiciera mucho solitrón en La Serena.
ResponderEliminarEsa fotografía habla!. La mirada altiva de la avutarda, la amarilla expectante del alcaraván. Los planos...piedra, cardos, alcaraván, avutarda, pasto, cielo.
Seguramente, el ave pequeña protegía su puesta.
De cabeza dura, como un alcaraván, que se dice por allí.
Nunca es tarde para aprender... y a mi me gusta aprender cosas nuevas.
ResponderEliminarPero además es que lo cuentas de tal manera que es un gustazo.
La única vez que he visto unas avutardas de cerca me pegaron un susto de muerte...Estaban tapadas por los juncos de un arroyo y yo no las había visto, ellas en cambio, sí que me habían visto a mi... Levantaron el vuelo justo cuando yo pasaba por el pequeño puentecillo que salvaba el arroyo... Casi me da algo...