viernes, 28 de noviembre de 2008

La garcilla viajera


Estamos ya tan acostumbrados a ver las Garcillas bueyeras en nuestros campos, perfectamente adaptadas a los hábitats agrícolas y ganaderos, que cuesta trabajo creer que no llevan tanto tiempo con nosotros...parece que han estado siempre aquí. En realidad se trata de una especie de origen indoafricano, procedente de Asia meridional y el norte y centro de África, regiones donde sus poblaciones alcanzan una extensa distribución. Desde allí se ha ido expandiendo a otras latitudes: primero a Europa y después a America y Australia, estando actualmente presente en todos los continentes a excepción de la Antártida.
El salto a Europa se produjo a través del sur España, donde las poblaciones del norte de África estaban lo suficientemente cerca como para colonizar este nuevo territorio con facilidad. En su primer avance encontraron perfecto acomodo en parajes como las marismas de Doñana o la Laguna de la Janda, en Cádiz (desecada en los años 60, un desastre ambiental sin precedentes!), donde disponían de hábitats muy similares a los africanos. El resto es fácil de imaginar: avanzaron siguiendo la costa atlántica para adentrarse en Portugal, la costa del mediterráneo para colonizar las marismas de Levante y remontaron los ríos Guadiana y Guadalquivir para avanzar hacia tierras del interior peninsular. Desde entonces ha ido ampliando progresivamente su área de distribución y también su población, estableciendo nuevas colonias cada vez más al norte y cruzando ampliamente los Pirineos.
Un ejemplo de su capacidad de expansión lo tenemos en Gran Bretaña, donde la primera llegada de Garcillas a sus costas se produjo hace 200 años (en el condado de Devon, allá por 1805), aunque no fue hasta los años 60 cuando estas observaciones comenzaron a ser más regulares y frecuentes, si bien rara vez se citaban más de 20 aves al año. Pero en la primavera de 2008, después de un invierno en el que numerosas Gracillas llegaron al suroeste del país, se han llevado una gran sorpresa al descubrir la primera pareja que ha nidificado con éxito en el Reino Unido, en Somerset. Este acontecimiento ha despertado gran expectación entre los miles de aficionados a la ornitología en ese país, que celebran tener una nueva especie nidificante en su territorio. De hecho, actualmente esta especie sigue estando dentro de la lista de rarezas. Y no es para menos: desde 1981 sólo han sido nueve las especies consideradas como nuevas reproductoras en este país, entre las que también se encuentran la Grulla común, el Correlimos pectoral, la Garceta común (en 1996) o el Somormujo cuellirojo.

Pero aún más sorprendente ha sido su asombrosa capacidad para cruzar el Atlántico y alcanzar América del Sur, toda una proeza para una especie que no está especialmente dotada para realizar grandes desplazamientos sobre el mar, teniendo en cuenta además que es un viaje con pocas probabilidades de hacer escalas o para parar a reponer fuerzas. Se piensa que para conseguirlo contaron con la ayuda de algún fenómeno meteorológico que facilitó el desplazamiento hasta la otra orilla del Atlántico....pero debió ser un auténtico ciclón! La llegada de las primeras Garcillas se produjo en 1877 a Suriname y Guyana (entre Brasil y Venezuela) y su reproducción se constató a partir de 1930. Fue cuestión de tiempo que comenzasen a expandirse hacia el norte, llegando a Florida en 1941 y en menos de 20 años ya estaban nidificando en Canadá. Hay inexplicables citas de Garcillas bueyeras en medio de mares y océanos, en islas remotas y en los hábitats más extremos, incluso en ambientes polares. La verdad es que nada nos debe sorprender de esta especie tan viajera, para la que han sido confirmados desplazamientos de más de 5.000 km a través de recuperaciones de aves anilladas.
Para que luego digan que es una ave corriente!

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