jueves, 27 de noviembre de 2008

El Bengalí rojo y su reloj que ni atrasa ni adelanta



El Bengalí rojo (Amandava amandava) es una especie exótica originaria de países asiáticos como India, Pakistán, Bangladesh, Nepal, Vietnam, Camboya, Birmania o Tailandia. Gracias a la facilidad para adaptarse a vivir en jaulas, el hombre propició que su distribución se ampliara artificialmente, trasladándolo lejos de sus áreas originarias. Las aves escapadas de cautividad lograron adaptarse a la vida en sus nuevos hábitats, llegando a colonizar numerosos países de Asia, Medio Oriente e incluso Europa. Llegó a estar presente en Francia (Orleans) hasta 1974, extinguiéndose posteriormente.
En la Península Ibérica las primeras citas se remontan a 1974 y en Extremadura se detectan sus poblaciones en 1978. Se asume que la procedencia de las aves es a partir de ejemplares escapados de cautividad, aunque también se llegó a especular en su momento sobre una liberación masiva tras un accidente de un camión que los transportaba. Otra curiosa teoría de la que me hecho eco recientemente basa su presencia en la costumbre existente en algunos pueblos de las Vegas de Guadiana de liberar estas aves en las bodas (en lugar de tirar arroz), portando cada invitado una cajita con un Bengalí dentro y que se soltaba al paso de los novios. No es nada disparatado, de hecho en las Vegas del Guadiana fue donde antes se estableció le especie y desde donde se expandió a otras regiones de Extremadura.
Una de las grades curiosidades de esta especie es que empieza a reproducirse cuando las demás aves ibéricas ya han terminado este proceso. Su ciclo reproductor comienza en julio y se extiende hasta noviembre, mes en el que aún pueden encontrase nidos con pollos. A finales del verano es muy frecuente ver a los espectaculares machos cantando insistentemente para captar la atención de las hembras y portando largos tallos en el pico para construir sus nidos. Su reloj interno sigue dictándoles el momento de iniciar la reproducción, siendo similar al que mantienen en la actualidad las poblaciones originarias en las regiones orientales del hemisferio sur.
En realidad no se trata de una memoria interna que les obligue a criar en las mismas fechas allí donde se encuentre. El motivo es aún más interesante. En sus países de origen el desencadenante de la reproducción es el monzón seco, caracterizado por las altas temperaturas y ausencia de lluvias (entre marzo y junio) y las aves empiezan a criar al entrar en la época lluviosa o monzón del suroeste, mucho más húmeda y con temperaturas más bajas. Si trasladamos esas condiciones a nuestras latitudes, sería algo similar al cambio de la sequedad y altas temperaturas del verano mediterráneo (nuestro mozón seco) a las condiciones otoñales con temperaturas más suaves y la llegada de las primeras lluvias.
Otra curiosidad más es la costumbre de incluir trocitos de carbón en su nido, posiblemente para absorber el exceso de humedad de las lluvias monzónicas o de las otoñales, un problema con el que han debido enfrentarse siempre.

Se estima que Extremadura, con más de 5.000 parejas, acoge un 90% de la población ibérica y que aún continúa en franca expansión (datos Anuario Ornitológico). En estas fechas es fácil observarlos en grupos familiares, en los que los adultos se desplazan junto a todas sus crías para alimentarse. Posteriormente, el tamaño de los bandos aumenta progresivamente. Su hábitat predominante son los regadíos, zonas palustres y orillas de ríos.

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