jueves, 27 de noviembre de 2008

Canto al sol de un desprotegido



La mala suerte se cebó en el Cormorán grande (Phalacrocorax carbo sinensis) como consecuencia de los avatares legislativos, pasando de ser una fulgurante estrella protegida....a un despreciable y dañino pajarraco negro.
El primer paso fue su exclusión del Anexo I de la Directiva de Aves (79/409/CEE), quedando así fuera de la lista de aves elegidas para la designación de las famosas ZEPA (Zonas de Especial Protección para las Aves) y disfrutar de medidas específicas de conservación a lo largo y ancho de la Unión Europea. El Anexo I de esta Directiva, dicho sea de paso, se trata de la mezcla más heterogénea de especies que podría elaborarse para la conservación de las aves, estando al mismo nivel y sin distinciones el Águila imperial ibérica y la Cogujada montesina. Pero es lo que hay y gracias.
Después de ser desposeído de su rango de protección comunitario, en el año 2004 le llegó el turno al Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, donde figuraba desde su creación como especie “de interés especial” y de donde fue también eliminada.
Finalmente, el efecto dominó se extendió por las Comunidades Autónomas, donde poco a poco fueron apresurándose a modificar sus Catálogos Regionales para excluir también al Cormorán grande, como ocurrió por ejemplo en Extremadura y en varias más.
La justificación se basaba en tres argumentos ecológicos importantes: la especie había ampliado su área de distribución en las últimas décadas, sus poblaciones han aumentado considerablemente y no plantea problemas de conservación en la actualidad. Este mismo criterio se podría aplicar también a buen número de especies del Catálogo Nacional, empezando por la Cigüeña blanca, terminando por la Garcilla bueyera y pasando por algunas gaviotas, por citar ejemplos muy evidentes.....pero esa es otra historia.

El caso es que ha quedado desprotegido por la legislación de conservación de la naturaleza. Pero sus desgracias no terminan ahí. La desprotección siempre se asocia a la posibilidad de cazarlo y ahí es donde la legislación se ha quedado coja. Resulta que el Cormorán grande permanece en el triste limbo de las especies no protegidas y que a la vez no son merecedoras del rango de ser cazables (es decir, que no están dentro de las listas de especies que pueden ser cazadas libremente en nuestro país por los cazadores). Eso obliga a que sean las Administraciones públicas las que autoricen con carácter excepcional la caza de estas aves, utilizando para ello los diferentes medios a su disposición (la propia guardería, encomienda a las sociedades de pescadores o cazadores, contratación de profesionales del trampeo o la caza selectiva, etc....).

La importancia de los daños que ocasionan en los aprovechamientos piscícolas está fuera de duda, si bien hay que aclarar no es un problema generalizado en toda su área de distribución, sino que es de carácter puntual (principalmente en explotaciones de acuicultura marina y dulceacuícola, repoblaciones piscícolas, determinadas charcas y embalses...), pero pudiendo llegar a ser de gran intensidad y gravedad en términos económicos.
La caza de la especie no es la mejor solución, ya que la magnitud de sus poblaciones permite que los ejemplares abatidos sean reemplazados por otros en poco tiempo, sobretodo en los buenos lugares de alimentación. Quizás, como en otros muchos temas, deban plantearse medidas globales y que impliquen también a los países europeos donde se reproducen (en la Península ibérica es una especie con estatus principalmente invernante, con algunos casos aislados de reproducción, pero cada vez más frecuentes), donde se podría realizar un control más efectivo y constante sobre su éxito reproductor y lograr ralentizar o disminuir su crecimiento poblacional. Para paliar los daños allí donde alcanzan mayor gravedad, debe utilizarse la tecnología y el ingenio para aplicar medidas disuasorias que minimicen su incidencia en los recursos piscícolas (redes cubriendo las charcas, mallas, emisores de sonidos, emisores láser....cada vez hay recursos más efectivos). De lo contrario, por muy bonitos que nos parezcan, siempre serán aves impopulares.

Para rizar más el rizo, la subespecie que ha sido “desprotegida” es “Phalacrocorax carbo sinensis”, que cría en el E y S de Europa, mientras que “Phalacrocorax carbo carbo”, que cría en los acantilados del Atlántico Norte, sigue gozando de todas las protecciones. Pero, ¿qué falla ahora? Pues resulta que las dos subespecies, sinensis y carbo, invernan en la Península ibérica y son prácticamente indistinguibles por su plumaje en ese período, haciendo muy complicado saber cuando se actúa sobre una u otra.
Bueno, pues aquí tenéis un ejemplo de las complicaciones que existen en ocasiones para la protección y desprotección de especies tan comunes como el Cormorán.

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